Me dan ganas de amarte con mis palabras y volverte literatura, me dan muchas ganas de verte y me aguanto no por estoico sino por darle motivos a la melancolía.
Me dan ganas de decirte que te quiero, pero no quiero que lo sepas.
Me dan ganas de salir al bosque y esperar detrás de un árbol a que pases cantando enfundada en tu buso rojo, y ¡zas!, pero aguardo a que ocurra la feliz coincidencia en el mercado de libros.
Me dan ganas de prometer nada que nos acostumbre, todo aquello que nos reclame, reir un poco de dicha incoherencia y abrazarte en la oscuridad, al lado izquierdo de la cama debajo de la cuál están los cadáveres exquisitos de mis alegrías pasadas.
Me dan ganas de revolver tus cabellos en mi almohada, besar tu boca que me sabe a... boca, pegar mi cuerpo al tuyo una vez más y compartir sudores y otros jugos más heterogéneos, sentir tu pie desnudo jugado al sube y baja en mi pantorrilla.
Me dan ganas de tratarte bien para que me trates mal, me dan ganas de extrañarte para que no me olvides, me dan ganas de olvidarte para que te quedes por siempre en este poema.
Me dan ganas de ponerle tu nombre a estos versos libres que te escribo, pero es tal su libertad que no hace falta, ya tu sabes que es a ti a quien los dedico.
Me dan ganas de amarte con mis palabras y volverte literatura. Pero sólo por hoy elijo la abstinencia y guardo mi deseo para otras noches.
Carlos Andrés Restrepo Espinosa
Medellín 20 de septiembre 2022
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