viernes, 29 de noviembre de 2019

SONATA 1889



¿Que acontecía en el mundo en 1889, año en el que el escritor León Tolstoi publicaba su polémica novela “SONATA A KREUTZER”?, me pregunto frente al ordenador, dándole vueltas a la idea de hacer un comentario crítico sobre esta obra, temerario de mí que se mete en tremenda lid, con el riesgo de incurrir en un facsímil más, en procura de no dejarme llevar solo por los encasillamientos buscaré un poco de honestidad admitiendo que solo he leído del autor en cuestión la obra ya mencionada y la tan aristocrática Ana Karenina, es muy probable que esta honestidad no me sirva de mucho, pues la motivación de escribir no ronda tanto en la obra como si en lo que pasaba en aquellos tiempos.

Haciendo uso del tren, elemento utilizado por Tolstoi en las dos novelas, voy a proponer un viaje en segunda clase, mis rubios no alcanzaron para más y desde allí atisbaré los movimientos de aquellos que van en primera.


ABORDAJE

Tolstoi es criado por dos tías, pues a los nueve años de edad queda huérfano de ambos padres, fue muy mediocre en sus estudios, en estos tiempos fue disoluto, gozó de todos los placeres, el juego, el vino y las mujeres, logra culminar la universidad por el rango de su familia y la presión de esta sobre los profesores, de regreso a su pueblo natal su hermano lo invita a participar en la guerra con Turquía ingresando a la brigada de artillería como suboficial, participa también en la guerra de Crimea en 1853, descubre en esta mucha ineptitud en la soldadesca,   a quienes consideraba no le llegaban a los talones de su arrojo y heroísmo, así es que se retira y se consagra a la escritura.

Tolstoi es un viajero infatigable y es en estos recorridos que se va nutriendo del espíritu de la Europa del momento, donde concibe sus revolucionarias ideas educativas y funda su escuela para pobres y un periódico, su pedagogía atacaba la censura y reivindicaba la libertad de expresión, despertando el malestar del gobierno y de la iglesia ortodoxa, siendo también excomulgado.


ESTACIÓN NUMERO UNO

Amparado por el marco de la ventanilla, aguardo el descenso de los pasajeros que llegan al final de su viaje, descanso la frente sobre el aparador metálico, con la respiración empaño el vidrio y dibujo un corazón con la yema del dedo índice de mi mano izquierda, en aquella quietud regreso sobre Pózdnyshev, protagonista de la sonata a Kreutzer, él piensa que el amor siendo una preferencia por una persona a menudo es pasajero y que el matrimonio es un convenio que establece la obligatoriedad de estar juntos hasta la muerte, mientras el amor se va transformando en odio, las mujeres son solo posesiones sexuales del hombre, por lo que no tendrán los mismos derechos que estos y sin embargo, su poder sobre el sexo les confiere innegable influencia.

Aquí sale a relucir el Tolstoi joven del que ya se había dado habida cuenta en su obra Adolescencia (1854), Pózdnyshev considera a sus hijos una carga, una dura carga en su vida, que lo distancia de su mujer, quien empieza a verse con un violinista que suele tocar la sonata No. 9 en La mayor para violín y piano, op. 47, misma que da nombre a la novela, al final Pózdnyshev sucumbe ante los celos, descubre a su mujer con su amante violinista y la mata clavándole un puñal, el amante escapa, no lo persigue porque estaba en calcetines y podría pasar por furioso, pero no por ridículo.

El esposo es dejado en libertad alegando en su defensa la infidelidad de su mujer.


MAQUINISTA AUTOMÁTICO

De una copia mimeografiada adquirida en 1889, abandonada a porfía en un vagón del tren que hacía la ruta entre Luxemburgo y Paris y que un viajero desconocido que venía a la Exposición Universal de Paris encontrara, se sacó la primera impresión en un diario que alcanzó a llegar a U.S.A, antes de la sentencia del fiscal Theodore Roosevelt que censuraba los periódicos que contuvieran fragmentos de la obra de Tolstoi.

Por esos días en Washington se realizaba la primera Conferencia Interamericana con la ausencia de República Dominicana, de dicho encuentro se creará la Unión Interamericana de las Repúblicas de América.

En este mismo año se establece el Kilogramo como masa patrón Internacional, el metro como distancia patrón y el quilate en 200 mg.

Triunfa la Revolución en Brasil de Manos del Mariscal Deodoro da Fonseca y salen rumbo al exilio en Lisboa el depuesto Emperador Pedro II con su familia.

El violín de Tolstoi seguía sonando y mortificando a la sociedad burguesa y al mismo tiempo nacía Gabriela Mistral, quien sería la primera persona en Latinoamérica en ser galardonada con el Nobel de Literatura.

En Londres arribaba a la existencia Charles Chaplin, en Francia Jean Cocteau, en Alemania Martin Heidegueer y en Estados Unidos mientras persiguen la obra y a los lectores del pervertido sexual León Tolstoi, nace Edwin Powell Hubble, quien de grande demostraría la expansión del universo midiendo el desplazamiento al rojo de galaxias distantes.
Mas personas nacieron aquel año y muchos acontecimientos maravillosos y raros ocurrieron, incluso que podrían haber opacado los hechos acaecidos tras la publicación de la Novela de Tolstoi y sin embargo figura este acontecimiento entre los más destacados de aquel 1889.


APEARSE

Llegado al final del Recorrido que alcanzaron a pagar mis dos monedas con la efigie del Zar Nicolás II, desciendo en una estación que no es propiamente la de mi destino, la pregunta que dio origen a este viaje queda resuelta por partes, en el mundo acontecía la existencia contagiada por los males de la época, tengo una ocurrencia final, Tolstoi escribió todo aquello que vivió y que en algún momento dadas sus propias ortodoxias se negó, heredó a sus lectores los pánicos y abismos de los vericuetos que él transitó con frenesí y después disolvió en su pedagogía del amor por los míseros, fue un aristócrata que vivió así hasta que le vino en gana y luego se convirtió en humilde al servicio de su propia agonía, actos posibles cuando se tiene rango y dinero.

Muere en una estación ferroviaria, dicen que murió de Pulmonía, yo digo que murió de mal de tren, de ir y venir en sus propios raíles.

Para alejarme de esta estación y no correr un destino parecido, me apeo del tren,  de dos zancadas gano el andén y camino raudo entre los demás pasajeros, no quiero marcaje alguno que me ate a este recorrido.

Un nuevo pasajero que ocupa mi sitio en el vagón me ve ganar lejanía a través de un corazón dibujado que su respiración hace aparecer en la ventanilla de su asiento.



Carlos Andrés Restrepo Espinosa.
Medellín 15 de octubre de 2014

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