domingo, 15 de octubre de 2017

DE CRONOTOPOS

Alguien ha visto un cronotopo por aquí?, ¿Este cronotopo a quien se le cayó?
¿qué es un cronotopo?, ¿una especie de bicho de tierra?  Como su nombre lo indica, es algo que tiene que ver con la esencia de las relaciones temporales y espaciales que se dan en la literatura, me dice una compañera, muy bonito, le respondo mientras me tomo un café y le busco el cronotopo a todo lo que me topo, vea pues, en que lío me he metido y yo que soy soluble en todo; inquieto me arrojo a la búsqueda de lo indisoluble del espacio y del tiempo, entendiendo que es en la categoría y en la forma de la literatura donde debe estribar mi enfoque.

Debo reconocer humildemente que la primera vez que escuche del bicho ese que llaman cronotopo fue en el salón de clase, ahora que soy grande y hago una maestría por puro placer, (en mi vida casi todo lo hago por puro placer, hasta sufrir), sufro con toda la vehemencia que puedo, me arrastro por insondables trechos de abandono habitando un tiempo y espacio que no existen más que en las pasajeras lágrimas que a veces decoran la mueca triste y desencajada de mi llanto, tengo un privado solariego donde me regodeo de ser un hombre sólo y triste, sospecho  que puede ser que haya creado un cronotopo de la tristeza, pero que va, es imposible, porque para eso se necesita ser capaz de llegarle con las palabras, aunque sea a los talones de la imagen y yo de cronotopos esta es la hora en que no sé nada.

Tengo entendido que Macóndo es el cronotopo de la obra de García Márquez; a Onetti le correspondió Santamaría, el cronotopo lo crearon ellos, pero es el lector quien termina dándole vida al leerlos, es decir, que el cronotopo termina siendo ese lugar que determina en la imaginación todas las posibilidades de que sea cierto lo que tengo de lo que leí; termino con la ciudad entera metida en la cabeza, con todas su coordenadas, calles, desvíos, parques y construcciones en ocasiones más nítidas y claras que las de la ciudad en que vivo.

Pero resulta que el asunto se vuelve complejo porque cronotopo es más que la ciudad, que el espacio, que el tiempo, que los marcajes que definen un territorio literario; hay cronotopos de todo, según el texto, las formas del tiempo y del cronotopo en la novela que debí leer para aleccionarme en el tema y que terminó ocasionando en mi quemaduras de tercer orden complejo; así es que entre el cronotopo del amor que se deriva del encuentro, el de la guerra, el del naufragio, el del mundo ajeno, el de la aventura, el del repente y precisamente, me encuentro con el cronotopo del camino, una dupla compleja; encuentro y camino.

Me universalizo en este motivo, las funciones de estos dos,  tienen una fuerte presencia en casi todas las obras y para no seguir entre las ramas y darle un poco a la idea fundacional de este texto de dar cuenta del cronotopo en una novela que tuviera a bien leer o en mis haberes de lector por puro placer y que me cae como anillo al dedo,“El Libro de los Placeres Prohibidos” de Federico Andahazi, me adentro en la búsqueda del cronotopo perdido, en actitud cronotopística, o cronotopoyetica, sea cual sea el término que le confiera más estatus a estas letras, me voy adentrando en el tema de esta novela, que al parecer no tiene ni pisca de herencia griega, pero que buena si está, como Ulva, la Madre de todas las putas del Monasterio de las Adoratrices de la sagrada canasta, un burdel extravagante y lujurioso ubicado a orillas del Rhin y del cual voy a intentar dar cuenta.

La novela transcurre en tres lugares de manera simultánea, voy a decir que el cronotopo del encuentro es el que hace aquí su trabajo, múltiples encuentros públicos se dan cita, los unos en el burdel, los otros ante un tribunal y el tercero el encuentro de Gutenberg con su preciado invento: la imprenta; los destinos de los personajes de esta novela se enfrentan al encuentro, los unos con la muerte, aquellos con el placer, los otros con la cárcel.

Si bien ya lo dije en los párrafos anteriores, es bueno insistir en la relación entre el cronotopo del encuentro y el del camino, pues aparentemente los personajes en cuestión no tienen nada en común y hacen sus vida de manera independiente pero el camino termina encontrándolos.

Gutenberg enfrenta ante el tribunal los cargos por plagio y copia ilegal de Biblias; es el peor estafador que recuerde el Imperio Romano Germánico, Zelda es la bella prostituta a la que en el primer capítulo desuellan viva, (este es el primero de una serie de asesinatos que ocurrirán en el monasterio) y el tercer personaje que hace su recorrido es el Fiscal que acusa a Gutenberg, un clérigo también copista llamado Sigfrido de Maguntia; aquí el cronotopo del encuentro tiene la función compositiva de la intriga y el motivo que completa en este caso es la pérdida,  todos terminan perdiendo, no hay ganador al final, cuando coincidan en la historia cada uno habrá perdido su camino.

Pero quiero regresar al encuentro; hay en el fondo de esta historia un papel fundamental a través de los ritos religiosos, el cronotopo del encuentro tiene una significación muy profunda, pues las tres historias convergen en motivos meramente religiosos y las convicciones que mueven a sus protagonista los ponen en contacto entre ellos, quizás sin saberlo, pero con la certeza de que más allá de la metáfora una historia soporta a la otra, cada personaje es sucedáneo, muy a pesar de lo que crea el lector.

La naturaleza no es cíclica en la vida de Gutenberg, pero a pesar de los desmanes de su aventura el encuentro le trae a este héroe la compensación del amor:

(…)"Al ver a su futura esposa, Johannes reconsidero sus resientes pensamientos: la soledad, su vida de anacoreta en las ruinas de San Arbogasto, las noches de insomnio, la tenebrosa compañía de los ladrones muertos; nada en este mundo podría ser más horroroso que aquella entidad indefinible disfrazada de mujer.
Nada, salvó la miseria. Sólo cuando hubo considerado esta última certidumbre, el novio avanzo hacia Ennelin, se inclinó ante sus pies y declaró:
-Soy el hombre más feliz del mundo” (…)

Un puente en común quizás con “Cándido” de Voltaire; se puede precisar en esta desdichada situación del personaje, pues ante semejante monstruosidad de mujer que le deparaba el futuro, sólo algo le confortaba, era rica y la dote ofrecida por su padre le alcanzaría para llevar a cabo su empresa de construir la primera imprenta, "la satisfacción sigue a la pasión cuando ya no es posible desde el punto de vista biológico" concluye el narrador de la historia ante este evento.

El "de repente" (otra forma del cronotopo) aparece y es entonces cuando todos los personajes se encuentran; la casualidad hace que coincidan, de repente, las Adoratrices tienden una trampa al asesino y este cae, ellas lo apresan, lo llevan al tabernáculo de la Diosa Babilónica Ishtar, donde sin quitarle la casulla negra que cubría su cabeza le brindan todos los placeres que hombre jamás había recibido sobre la tierra.

Johannes Gutenberg, es dejado en libertad pero de repente se queda pobre, su invento no le trajo beneficio alguno, termina viviendo de la caridad y tras muchas penurias el Arzobispo Adolfo de Nassau le otorga el título de caballero y le da una canasta de frutas, (mucho en comparación a la indigencia).

Las adoratrices de la Sagrada canasta simultáneamente vuelven a abrir las puertas para el servicio de clérigos, nobles, políticos y demás personas prestantes de la sociedad Germánica.

Precisamente por esos días Sigfrido de Maguntia desapareció sin dejar rastro; un dato que considero importante de hacer mención: cuando las adoratrices le quitan la casulla al asesino, descubren que el asesino es el copista Maguntia; el mismo que persiguió hasta el final tanto a Gutenbergcomo a las adoratrices ahora moría de placer entre las bocas abrasadoras de las enardecidas devotas, su cuerpo sirvió de pergamino sobre cuya superficie Ulva la puta Madre escribe uno de los más bellos ejemplares del libro de los placeres prohibidos, el destino le deparo convertirse en el preciado rollo que en vida quiso destruir.


Un final pragmático que hace que los acontecimientos se den y los personajes encuentren su lugar definitivo, cada uno a su manera constituye desde la obscenidad hasta la virtud el desenlace de una sola vida, de un solo lugar y de un tiempo que no alcanza a disolverse; pues los tipos que dieron origen a sus historias fueron impregnados por el sudor y la sangre que la pasión por la vida los llenó de muerte.

CARLOS ANDRÉS RESTREPO E

lunes, 9 de octubre de 2017

DE DON GREGORIO Y OTRAS CUESTIONES

HACE TREINTA Y PICO DE AÑOS A DON GREGORIO MARTINEZ
LE ROBARON LA CUCHARITA Y NO SE QUÉ MAS

Machirungo saca yucas le decían, campesino de Viena…   De bien adentro de Boyacá, tan adentro que para llegar a él había que seguir una instrucción bastante compleja, pero a buen entendedor las palabras le bastan y hasta le sobran, un par de gestos de más y adentrado en el sendero la misma vía lo encamina a uno, pero !ay! y ¿si la palma ya no está? y ¿si la palma la cortaron o si se amarchitó después de tanto floreo?,
-Compadre, busted por qué escribe tan enredado, vea que la gente no entiende, ya se metió con una canción que ni es de aquí, y desvió el cuento -Pues así no macito le digo: palma es palma aquí o en Cafarnaúm, que esas no tienen sino corazón pal sufrimiento y d´eso estamos untados todos, y deje hablar y no interrumpa que apenas me estoy entonando-
Como le iba diciendo, porque yo en esas cosas me entiendo;  dizque un muchacho muy buen mozo y afanado por conocer al autor de un cuento de un Sebastián y unas princesas, que estaba como medio mocho,
-¿el Sebastián estaba mocho compadre?,  No me joda, el cuento; el cuento estaba incompleto-   
Y en la curiosidad de saber cómo terminaba la historia del Sebastián y para hacerle una representación radial, pues el muchacho de esta historia como que tenía la maña de investigador y p´a nutrir su acervo popular, que a bien la irían calando con el paso del tiempo tales intereses, se dió a la búsqueda de un señor Gregorio que vivía en la vereda´ e  Velandia del Municipio de Saboya y que le había hecho llegar el cuento en una hojita porque no había más, y las de plátano que si abundaban, pues no le servían de a mucho para la escritura.

-Como flojongo el cometario compadre, mejor siga con la chachara-
Pues el mozo llego hasta Saboya entrado en ajanes, porque la gente que va de la capital al pueblo es así, ansina sea del mismo campo, pero naide sabía en Saboyá donde vivía Don Gregorio, pero sus mañas se traen los coterráneos y su dirección le dieron:

“abajito de Saboya hay un ramal que parte hacia el lado del rio, a mano derecha yendo de aquí pa´ bajo, parte por ahí, baje al rio y sigue, que ahí no hay mas extravíos hasta un sitio que se llama la Palma, después de la palma queda arriba otro sitio llamado el cruce donde quedan dos caminos, uno que va para monterusi y otro que va para tronco negro, hasta ahí le sé decir”
Tal parece que el muy jodido se las arregló preguntando y así llegó a un rancho de dos piecitas hecho de tapia pisada y paja;  paja la que echaron ese día después de que se presentó el mozo: -soy Jorge  y vengo por el resto del cuento que me quedó debiendo-, garlaron como el diablo manda, porque Dios solo acompaña rosarios, se hicieron visita y el señor Gregorio no resultó ser tan señor, era un muchacho humilde casi llegando a los treinta, apuntalado en dos muletas, porque se había tropezado con una bala por ahí en el camino, como le viene pasando a media humanidad desde hace rato en este país.


Yo no soy de por aquí
Yo vengo el lao el carrizo
Machirungo saca yucas
Hasta la tierra que piso.

Así se le presento Gregorio que de cantas estaba bien afilado, para hacerle saber al joven que aunque no tuvo mucha escuela, al verbo no le hacia el feo.

Eso si, después de la conversa entró el aján y había que volver a Chiquinquirá porque “Canta el pueblo”, el programa Radial del curioso visitante,  tenía que salir al aire y es ahí que hablan de papas y de huevos tibios, y no están ni tibios que el aján se acaba y se quedan.

¿Oiga compadre, y esta historia es verdad o invento suyo?, pues yo no le sostengo nada, pero que los huevos tibios hacen quitar el aján, lo hacen quitar.
Y ahí mismo se pusieron a entrarle a lo de las papas y el huevo, y como todo huevo requiere su sal, para tal menester entró a  circular una cucharita bien particular, misma a la que el Joven Jorge le rayó el ojo, y más cuando supo que era tallada en un hueso de canilla de res por el mismo Gregorio, más entusiasmo le puso y siendo su turno de echar la sal y revolver el huevo, se la llevó al mascadero y la relamió para dejarla limpiecita y  lo que le había bailado al ojo se le salió en la lengua:
Don Gregorio yo le robo la cucharita porque ésta se va conmigo y se la fue empacando con otras tres papas y un huevito de más.
A lo que Gregorio no tuvo más que asentir porque cómo le va  hacer tal desaíre a una visita tan respetable, ni mala gente que juera, y canillas de res es lo que sobra.
Pues, como dicen por ahí que lo que viene por agua viene mojado, parece que a los quince días al mochilero se le alzaron con los papeles, la cucharita y otras cositas de las que no quiso acordarse, sin saber el paradero de la cucharita ni qué oficios nuevos estaba teniendo, solo le quedo la rabia postrimera al robo y bailándole en la sesera un estribillo: la cucharita se me perdió.  Así fue naciendo una canción que terminaría siendo tarareada, cantada, silbada, mascullada, convirtiéndose casi en un himno, pues a todos en este país de ladrones alguna vez nos ha pasado un cacho.

Compadre, y entonces ¿qué pasó con Don Gregorio, sí se la repuso por otra igual?
-y para qué si igual se la iban a robar-
De la historia quedó la canción y eso sonaba hasta por los codos de los colombianos, eso la pedían en radio Furatena como en radio colibrí, en ondas de la montaña como en Cartago y titiribí, esa canción ya no era de un mochilero sino patrimonio de los oyentes, y así el mochilero empezó a ser más conocido y famoso.

Como que le convino la robada de la cucharita, sino se la roban no hay canción, pues mire le digo, que es más importante una cuchara perdida que el señor que las hacía, que sigue vivito y renguiando y que la historia lo hizo viejo desde que era joven.
Del mochilero dicen que todavía canta y encanta, que le sonrió la buena ventura, que de la cucharita vinieron mas canciones, ficciones y funciones y que anda por ahí ya más cuidadoso no vaya y le roben otras chucherías de su mochila.
Y a Gregorio  le quedó la contentura de ser popularizado en una canción, pero eso no sirvió de mucho porque con eso no se compran papas ni huevos pa tibiar…

Compadre este cuento me dejó como alelado, pero dígame ¿quién se lo contó?, -se le cuenta el milagro pero no el santo; así este sea de Somondoco-
Bueno, después de todo no estuvo tan enredado el cuento, yo le tengo perecita a busté con esa forma  rebuscada de narrar, eso le pone tiros de aquí, dichos de allá, a veces muy rococó y otras muy chachachá, pero la verdad esta vez si le entendí.
Vea compadre como todo lo que nace de la cultura popular, eso se hace pa´ despistar.

Carlos Andrés Restrepo





LA VIDA EN ROSA

- ¿Cómo le parece pues la propaganda que nos montaron aquí? - Me dijo el burro carretillero del pueblo mientras señalaba con sus labios en f...