martes, 8 de noviembre de 2022

RELATO DE SIMÓN COLORADO


Empireumático, con unas notas de nostalgia al fondo de los ojos, en la boca una presencia dulce que se advierte en sus palabras, pero ¡atención! también tiene un carácter decisivo cuando se requiere, lo que ofrece un fondo cítrico si se detienen el tiempo justo para una conversación.  

No es muy claro qué lo tiene viajando por estas tierras, no sabe la lengua local, a duras penas se expresa en italiano, pero ahí va, conversando con todo el que se encuentra y sembrando su amistad como si de flores y cantos se tratara.

De naturaleza noble y propenso a los abrazos, cree que la buena voluntad de las personas hace posible todo.  De buenas en el amor y de malas al mismo tiempo.

La curiosidad es la fuente de su aprendizaje, se puede arriesgar la hipótesis de que esto es lo que lo tiene de paseo por la vida, es un preguntón; gusta del vino, del queso, el chocolate y las mujeres, se deja llevar, es un apasionado, su corazón es un espejo, nunca se le ha roto pero a veces se empaña y no se ve su propio reflejo.  ¿A quien quiero engañar?, su corazón se le rompió en una caída jugando al malabarista y desde entonces en su lugar hay una radiola girando sin disco en su centro; por eso hace canciones, tonadas, que son la banda sonora de su optimismo que florece cada mañana y en las noches mengua y guarda en un cajón.

Tiene buen sentido del humor, se esmera en sacar sonrisas, está convencido de que algún día, en algún lugar, alguien lo espere con la misma entrega con que el sigue esperando, debe ser por eso que constantemente sale de viaje, porque lo interesante de la espera es la búsqueda no la quietud, y sin embargo suele dejar los remos reposando a los lados de su embarcación y se deja llevar, lo más difícil de ser profeta es la coherencia -dice- y se rasca la cabeza con risa sarcástica. 

Le gusta escribir, pero es consciente de que no es bueno en el oficio, hoy en día todos escriben, todos publican libros, todos son poetas o historiadores y eso le abruma, hace referencia a un cuento de Cortázar llamado “fin del mundo del fin”, donde hay tanto libro que tierra y mar están repletos, mejor cantar o mejor quedarse callado, pero como le importa un ápice ser vehemente con su doctrina, sigue escribiendo y sigue cantando porque no encuentra otra cosa que hacer, igual, la insatisfacción ocurre escriba o no.

Nacido en un pueblo, de padres nacidos en un pueblo, de abuelos nacidos en el mismo pueblo, y estos descendientes; los unos de un libanés y los otros de un comerciante español.

Desde pequeño mostró interés por la música, la literatura y las artes escénicas, actuó en algunas obras de teatro en el grupo de la casa de la cultura de su pueblo, donde también fue monitor de música y dio su primer beso recostado en una guadua que servía de soporte al techo de aquella casa vieja a punto de venirse al suelo.  De grande siguió dando sus primeros besos con la sensación de que algo estaba por venirse encima. 

Los años lo han vuelto silencioso, reservado y desconfiado, sabe cuando le mienten, lo aprendió en sus relaciones amorosas y otras ficciones, muele el café que se va a tomar todas las mañanas, previamente toma agua tibia con limón para anunciarle al estómago que le llegó un nuevo día de placeres, en ocasiones se revela, pero una amiga italiana le regaló una botella de mirto y con un trago todo se soluciona.

Comprometido con él mismo y con ser luz para su camino, constantemente hace las paces con su soledad, no le tiene miedo al invierno, pero si a los rayos, es agnóstico, pero cree como Aquiles Nazoa en muchas cosas, por ejemplo, cree en su familia; en las lágrimas de Otilia, en la nostalgia de Raúl y en la nobleza de Natalia su única hermanita.

Durante este viaje me encontré un par de veces con el y me quedé mirándolo fijamente, esa es otra cualidad, sabe mirar directamente a los ojos y dice lo que siente y piensa, a veces nos desarma con un comentario, es muy ácido, muy concreto, y aunque es impaciente, me sorprende su sumisión en ocasiones con algunas personas que tal vez no merecen su bondad, su buena voluntad, ni su amor; pero así es, es una buena persona en todo el gran sentido que esa palabra puede abarcar y yo me siento privilegiado de parecerme un poquito a él.


Carlos Andrés Restrepo Espinosa



miércoles, 2 de noviembre de 2022

EL SUEÑO DEL GIGANTE


Estoy debajo de la lengua de un gigante amable, que lame una amanita muscaria. 

Fluctúa la sonrisa de la mariposa sobre la flor que con su espiritrompa acaricia, lame y chupa y dulces libaciones caen de la guitarra de Andréx que multiplica en dos el acorde disminuido que reposará en modo menor...

Viajando desde el fondo de la pared la mancha de humedad se difumina con el humo sagrado que fluctúa en la polirritmia de su danza.

En colibrí estrena su pedal de efectos, en serpiente se desplaza el fraseo sobre el mástil de ébano, en jadeo cadencioso se empecina el coro.  En ebriedad disonante se enciende continuo el bajo.

El glockenspiel demanda brillos y la trompa responde, los toms respiran su altura y saltan al viento su estremecido llamado.

Todo recién envejecido, todo tan naciente. Yo tan todo, tan nada. Tan alto y cayendo.

¿Qué hay aquí?, intuyo una sombra, pero no hay quien responda al fondo del cuarto oscuro.

Sospecho que estoy muerto, así es como se ve la muerte desde adentro,

una cadencia exquisita cuyo motivo lleva al inicio, siempre al inicio,

mientras los que están afuera lloran y rezan yendo al final siempre al final.

 

Carlos Andrés Restrepo Espinosa


MIRAR DE FRENTE

  -No mires con disimulo, mira fijamente - aconseja Gurdjieff a su hija. Desde pequeño escuché decir que los ojos son el espejo del alma, ...