martes, 12 de octubre de 2021

HACERSE EL MUERTO

 



En ocasiones es mejor hacerse el muerto, luchar contra todo no tiene sentido.  Enfrentar la sombra es el camino asegura Jung, que no es lo mismo la desolación que la soledad, estar solo es estar lleno de uno mismo promete Osho.  Nos educaron mal, el amor no tiene sentido, querer, desear y amar no son mas que las manifestaciones de una persona inmadura e insegura de sí, dice muy campante el señor Riso, que el que ama incondicionalmente fue que de niño no recibió atención y ahora la busca en la entrega total a su amada o amado, dice en vos alta y casi regañando el magnánimo Jodorowsky. Que hay que superar las adicciones emocionales y borrar la programación producto de la mala educación familiar que repite patrones generación tras generación y retornar al diseño original, se copian y parafrasean influenciadores y youtubers, con tal convicción que parecen recitando un credo.

A mis cuarenta y tantos tacos, me tocó enfrentar una pena de amor, ¡que pereza!, con lo despejado y acaramelado que estaba, no se lo deseo a nadie, es una situación muy bochornosa, pasas de tenerlo todo a experimentar el vacío absoluto y eso es mucho que decir porque nadie puede experimentar el vacío y seguir vivo para seguirse hundiendo en la depresión, pero, exagerar las cosas es uno de los componentes del estado del duelo, sentirnos victimas es excitante y como ya no está la novia para tranquilizarnos en sus brazos entonces armamos las narrativas necesarias para descargar todo nuestro desconsuelo en parientes y amigos que a la vez avivan su interés morboso preguntando o haciendo conjeturas, porque despierta un particular afrodisiaco escuchar las penurias de amor ajenas.

Ahí estaba yo, llorando, moqueando, haciendo muecas ante el espejo, preguntándome hasta cuando esa desdicha, ¿por qué me pasó a mí?, si lo di todo, si soy tan buen partido, todavía con la dentadura en condiciones idóneas para echarle a la muela suculentas viandas y la esperma urgente y roja la sangre, como canta Víctor Heredia, ¿por qué me hicieron a un lado del camino?  Al elegir ser la víctima, es más sencillo culpar al otro y de repente los reproches y los reparos se vuelcan sobre el comportamiento de la otra parte y eso es muy agobiante, que agotamiento, que desplome de energía implica culpar y buscar explicaciones.

Mi noción de amor me llegó en los discos, nadie me enseñó a amar, por eso no tendría porque responsabilizar a nadie de mis fracasos o aciertos en el amor, si es que se les puede llamar así, pero siendo honesto a quién se le ocurre cantar: “Yo no nací para amar, nadie nació para mí, yo solo fui un loco soñador no más.” En términos terapéuticos ni las canciones, ni la poesía es mucho lo que ayudan a salir de las tinieblas. Caí como cualquier mortal en la necedad de buscar respuesta en todo, me leí el tarot, conversé con un terapeuta, salí de viaje, consulté con la almohada, pase noches en vela, llamé a los amigos que había abandonado por concentrarme en mi pareja, invité a salir a una desconocida, me provoqué quemaduras innecesarias de tercer grado y como mi forma de amar la aprendí en los discos, deje de escuchar música, en cada canción no advertía más que un síntoma alarmante de la deplorable salud mental del compositor, en fin, con tanto ruido en la cabeza todas las decisiones que iba tomando eran motivadas por los consejos que los demás me daban, de repente todos son terapeutas, sanadores, sabios prominentes que tienen la fórmula mágica para superar la situación: no la llame, bloquee el contacto, cambie de cerradura, si es posible de casa, de ciudad, de país, no visite los lugares que acostumbraban juntos, no piense, no suspire, no llore, no coma, abrace la tristeza, tome agua de apio, sóbese con mejorana el pecho, duerma con los pies hacia la cabecera de la cama. Al final ocurrió la epifanía, NO SIRVE NADA, mi único remedio fue tomar agüita para no deshidratarme y empoderarme de la energía de mis emociones y seguir llorando hasta hacer corriente con las lágrimas.

No recuperé a la persona de mis anhelos, ni el apetito, ni el entusiasmo.  El amor no caduca, pero las relaciones sí, cuando alguien se va nos deja el espacio para que llegue otra persona y esa renovación es hermosa, así es la vida.  Por lo pronto desconfío de tanto gurú del amor, después de perderme en la idea de que tenía que encontrarme, de repente tomé conciencia de que lo que me sucedía era normal, y nada extraordinario, todos han pasado por lo mismo, la vida está tejida por historias de amor rotas y hay cosas más relevantes de las que ocuparse, tuve otra mirada de mi propio ser, mi forma de pensar se transformó, todavía no entiendo muy bien lo que estoy diciendo, pero me siento tranquilo con la sensación al decirlo, decidí hacerme el muerto, la idea me llegó de un personaje de Murakami, el señor Honda, en la novela Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, “no se debe oponer resistencia a la corriente” hay que ir con ella, si nos oponemos a su curso, todo se seca y el mundo se ve envuelto por las tinieblas, ¿y si no hay corriente?, hay que esperar y lo mejor es hacernos los muertos, solo así podremos flotar cuando esta llegue.

 

 Carlos Andrés Restrepo Espinosa

 

MIRAR DE FRENTE

  -No mires con disimulo, mira fijamente - aconseja Gurdjieff a su hija. Desde pequeño escuché decir que los ojos son el espejo del alma, ...