- ELEMENTAL
No es maligna la
manigua, la semilla crece donde el sol la confía, los hombres en retorno del
día son sabios, cantores sudorosos de la amistad elemental, abrazo del todo con
lo singular. Credo. Todos son uno, la unión es innecesaria porque no conocen la
separación, las rupturas de haber ocurrido
fueron sin quiebre.
Silba la selva,
musita el río, de gorja el arrebato matutino de no se sabe quien; a veces
parecen voces humanas perdidas o encontradas entre los castaños, otras oleadas
de pájaros petimetres que se exhiben con sus caprichosos colores para decirnos:
solo
pienso en ti.
Solo se sucede
quien se vuelve aroma, aquí si uno no huele no existe, el principio es: soy
aroma luego existo, así es bueno dejarse penetrar por la humedad, es
justo no combatir con el sudor que aligera la carga de la vida, menester
indiscutible ser parte de la oleada, ir y venir entre las demás cosas que a la
vez ocurren y se desplazan incluidas las personas. Es de vital importancia
eliminar cualquier presencia farmacéutica de la piel del cuerpo, ya que la piel
de la selva te cobija, de esta manera tu epidermis ya no será tuya sino la de
todos, serás parte del todo, es un buen principio de habitar, la extraña nunca
será la selva, ni raros sus habitantes, ese pequeño y significante pecadillo
siempre será del que llega con toda sus rarezas e incapacidad para sentirse
parte del aquí.
Llega la hora,
Madruga el río a dibujar sus meandros, todas la mañanas llegan los pescadores
de su encuentro con la aurora, llega el baile, llega el canto ancestral a decir
que el corazón esta triste, lo canta un hombre ticuna y lo poetiza el
movimiento estático de una falda de yanchama en la que danza una guacamaya,
llega la hora, llega el nacimiento, fluyen los recuerdos, emanan las
palabras, fuimos hechos para vivir y
aquí nos lo están recordando.
- EL CANTO
ANCESTRAL
Chocan las
semillas guindadas al cuello de las mujeres ticunas, adornando sus muñecas,
descansando en los talones, chocan las semillas amarradas con chambira a un
palito que se agita entre las manos. Su constante cascabeleo emula a los
pájaros, grillos y ranas, las mujeres son la selva, van cantando letrillas de
sus ancestros, su voz es un préstamo de lo exótico y mas remoto de los
tiempos, a través de ellas se relatan
otras historias que apenas alcanzamos a entender, se canta de un hombre que se
volvió delfín, se canta de un niño que nació del vientre de una avispa, se
canta de los pájaros que inventaron la mañana, se canta del almidón de yuca, se
canta de la presencia protectora del mámbe, se canta del wito y lo que sana, limpia,
quita, pone y repone y se cuenta que nada de esto es cierto.
Hay otro canto:
cuentan que Andrés Coello y Pastora tuvieron un hijo, nació distinto a los
demás, los ojos redondos y vivaces, hablaba en otra lengua, en su frente podían
adivinarse centellas de agua, un poco desobediente, con problemas de memoria
dijeron unos, apocado de ingenio -con indulgencia aseguraron otros-, lo cierto
del caso es que su canto fue mas allá de lo que otros fueron, Carlos como fue
llamado, Carlitos como lo nombramos posee en su cuerpo la pulsión que da
vitalidad a lo que a priori parece endeble, trae el ritmo de las maracas y lo
convierte en movimiento libre, en vida
pura, toca además la armónica, sonidos hereditarios que ocurren mientras son
ejecutados porque nunca más se repiten de igual forma, levanta las manos
agitando las semillas como exorcizando los oídos y limpiando el alma de
prejuicios metodológicos, sacándole lágrimas al concepto disparatado de
occidente en que un niño con trisomía
del 21
no es
apto para hacer música y en caso de obstinación debe contar con la asistencia
de un especialista en la materia, y en efecto Carlitos lo tuvo; unos padres
ticunas ataviados con yanchama lo iniciaron en la música no para mostrarse en
el concierto de clausura de fin de semestre
ante los demas niños que se pelean por ser los mejores sino para entender que
la existencia es un tambor que nos suena por dentro y se vuelve fuego que sale
por la piel para volverse sonido y baile, de los cantos que se cuentan este es
mi preferido aunque me aseguraron que tampoco es cierto.
*
Emiliano Pinedo,
pintó la idea y sus cinco amigos le ayudaron a colorearla, con tintas naturales
plasmaron estructuras sonoras, los abuelos tuvieron muchos que ver ó tienen
mucho que ver por que en cada canción los traen de vuelta y mientras construyen
una música que llaman corridos pero que en nada se parecen (a los ancestros
gracias) a los que nos heredó México; se dibujan en el ambiente alegóricas
formas que danzan por oriente, Europa, África
y los territorios ignorados de su imaginación.
Bueno, esto digo
yo triste mortal empantanado por el
juicio severo de occidente pues de entrada mis oídos lo escucharon todo
desafinado, todo atravesado todo arrítmico, todo un “Caos Sonoro.”
Los 6 amigos
son: Emiliano Pinedo en el acordeón, Humberto pinto en la guitarra típica,
Leonardo Ahue en el rasca buche, Cesar López en las maracas y Fermín Pereira en
la tambora.
La organología
para emplear un termino técnico en la investigación etnomusical es bien
particular si damos cuenta de que este tipo de agrupación es única y no obedece
a un tipo de conformación popular ni tradicional, mi acercamiento entonces
empezó a tomar visos de comprensión no por obra de mi bagaje musical ya puesto
en entredicho, sí en cambio por virtud de la experiencia vital de estos músicos
donde se focalizan muchas dimensiones del pasado y del presente cultual de la
comunidad ticuna en esta región de la amazonía colombiana. En adelante me
permití ocurrir como parte de la estructura de su música y esto creí entender:
La presencia del acordeón en el grupo se debe a que el maestro Emiliano Pinedo
lo encontró abandonado después de muchos años y recordó que su abuelo lo tocaba
cuando el era apenas un niño, un acordeón de marca alemana traído del Brasil en
el que se tocaban tonadas del país vecino, años pasaron y el artefacto sonoro
entró en desuso hasta que terminó en las manos del personaje protagonista de
este canto, pero para ese entonces los fuelles y los botones ya no permitían los registros de
otros tiempos; así que entró en reparación, primero con fibra de cumaré fueron
remendados los fuelles pero el aire juguetón seguía escapándose en un
desalentador gemido del vientre del acordeón, no hubo otro remedio que
suturarlo con esparadrapo y aún así el Instrumento que era de acción simple,
esto quiere decir que cada botón produce dos notas, una al comprimir y otra al
estirar, solo quedo produciendo un ámbito de seis notas en acción casi simple, es decir que su daño es tal
que al comprimir permite tres notas y al estirar otras tres y se acabó.
Pero las labores
de Lutier del Maestro Pinedo no terminaron aquí, tras la reparación del
acordeón y con la necesidad de agruparse con sus amigos construyó una guitarra
“típica”, como el mismo la llama y aunque
describirla es un atentado contra la imaginación me permito a grandes
rasgos definirla: Su tamaño es menor al de un tiple requinto con los que se
hace la música carranguera, y con cuatro
cuerdas de nailon de pesca pero no es como un cuatro llanero, sus clavijas de madera, el mástil sacado de un
remo y la caja de resonancia de la madera mas fiera de la selva cuyo nombre el
mismo constructor olvidó.
Las cuerdas
quedan retorcidas formando una trenza sobre ellas mismas ya que el nailon es
plano, antes de cada intervención Humberto Pinto hombre silencioso de rostro
ceñudo y enjuto ejecutante del mágico
instrumento lo afina a fin de aproximarlo fielmente al temperado acordeón.
Imaginen
entonces la misión del guitarrista, tratar de acercarse a los sonidos que el
acordeón produce para crear unos acordes que acompañen las melodías ancestrales que compone su director:
El resultado de
la búsqueda de un acompañamiento armónico adecuado dio origen a tres acordes,
nada alejados de las tres regiones armónicas de tónica, dominante y
subdominante que cualquier estudiante regular de guitarra aprende en el primer
nivel y olvida en el segundo. Tres
acordes que en mi vida había visto y que solo tienen sentido al ser
referenciados con el anciano de fuelles remendados (me refiero al acordeón),
tres acordes ingénitos, acordes de pocas palabras y todos los sonidos, acordes
que se acomodan perfectamente a las variaciones melódicas que surgen en los
temas acaecidos en cada respiro de los seis amigos, atentando una vez más contra lo imaginado describo los acordes
que Humberto plasma sobre las trenzadas cuerdas:
Primera Posición
Dedo 1 en la
cuarta cuerda del segundo traste, dedo 2 en la tercera cuerda del traste tres y dedo tres en la segunda
cuerda en el traste cuatro.
Segunda Posición
Cejilla sobre
las cuerdas 1 ,2 y 3 en el traste dos
Tercera posición
Cejilla sobre
las cuerdas 1 ,2 y 3 sobre el traste dos
(igual a la segunda), pero agrega el dedo 4 en la primera cuerda en el traste
cuatro.
Estas explicaciones técnicas las describo con tranquilidad ya que se de
antemano que no serán comprendidas por los neófitos en el tema musical y
tampoco por los conocedores.
Como se llaman los acordes pregunté
inocente y Humberto respondió: ¿Qué son acordes?
Basta entonces
con decir que esta agrupación, creó una forma de hacer música con una
estructura armónica propia derivada de la falla en el instrumento madre ó
padre, haciendo una música particular, diferente y nueva.
Este canto
ancestral tiene además un acompañamiento percutivo que añade a tantos elementos
misteriosos ya enunciados una amalgama rítmica que va cuajando ó digamos
tomando forma a medida que van ingresando, pues el primer instrumento que
inicia la interpretación es el acordeón seguido por la guitarra, luego entran
las maracas con un gesto conmovedor de César su ejecutante que estremece desde
el entrecejo hasta los arbustos primitivos donde se escucho el primer grito
humano, seguido el rasca buche y para afincar la estructura rítmica la tambora
que valga mencionarlo se parece mas a un alegre de la costa atlántica que a la
noción de tambora con la que se cuenta en la misma costa.
También estos
Instrumentos de percusión fueron construidos por Emiliano Pinedo,
director, cantante y Luthier del Grupo
los seis amigos de Puerto Nariño.
¡Ah! el sexto
amigo es amiga, la esposa del maestro Emiliano que toca las palmas y se arrima
al alma de quien la ve en medio de una
danza que encaja perfectamente en la música que inútilmente he intentado
describir, frente a todo esto no queda
más que sentarse y llorar y después ponerse de pie bailar y seguir llorando la
alegría de esas lagrimas.
Las mujeres
cantan, bailan, tejen, sonríen, viven de fiesta, no envejecen por que sus voces
son para siempre y desde siempre, los hombres pescan, van a la chagra, a veces
sonríen, cuentan historias, están ocurriendo en un presente que parece pasado y
tiene responsabilidad de futuro. Todos son el resultado del canto de un
anciano, existen por que la música los nombra, aquí (se le cambian los
preceptos a quien los inventa) me atrevo a decir solo existe quien es cantado.
- EN EL RÍO ME RÍO
La anaconda es
un monstruo, no hay habitante del amazonas que no tenga una historia en la que
no entre la anaconda como personaje principal, parece que aunque este animalejo
prefiere como medio el agua para vivir su hábitat mas común es la tierra en los
cuentos que se tejen y sospecho se improvisan cada que llaga un primíparo a
estas tierras.
La anaconda
conocida por los que saben de especies como la eunectes murinus gusta también de
incursionar por las orillas y sus árboles devorando lo que encuentre a su paso
desde ganado hasta humanos desprevenidos.
Hay en los
habitantes del amazonas una acendrada vocación por infundir temor sobre la
existencia de esta serpiente tanto que en los álbumes familiares siempre se
cuenta con una foto de una anaconda tragándose a un hermanito, una tía ó a un
turista desafortunado, esta manía los ha llevado a exagerar sobre sus
dimensiones especulando, agregándole colores, mas ojos de los permitidos por la
naturaleza y algunos hasta poderes de hipnosis, si la miras a los ojos te
paraliza y si no la miras de todos modos te paraliza porque produce un silbido
encantador que te atrapa, y si uno es ciego y sordo de todos modos esta perdido
porque ella emana un olor tranquilizante que igual te encadena, amordaza y mata
ya que después de la seducción viene la constricción y de allí no hay
salvación, te conviertes en alimento de anaconda y en caso de que un grupo de
soldados este cerca y ultime al animal de todos modos terminaras siendo una
foto de álbum y escarmiento para futuros
turistas.
Pero por fortuna
existen las enciclopedias que fueron hechas para saber de todo desde la
tranquilidad del hogar, lejos de bichos y del peligro de las aguas amazónicas y
en las que se dice que hoy, se admite
como longitud normal para una anaconda la de ocho m, a pesar de lo cual no es
la mayor del mundo, que ni canta, ni tiene muchos ojos ni ha hecho un curso con
Tonny Kamo y que su color verde olivo es verde olivo y no amarillo jirafa y que
el record de la más grande del mundo lo
posee una pitón asiática. Captura a los
animales que se aproximan a beber a las orillas y mata por constricción
.
No se sabe qué
es mas peligroso si el animal o caer en las garras de los nativos que urden las
fantasías mas estrafalarias como virtud de su lenguaje cotidiano para ver
sufrir a los ingenuos visitantes.
Otro encanto lo
tiene el pirarucú, gigante del río llamado también pez rojo gigante, un
pirarucú puede alcanzar los cuatro metros de largo y un peso de cien Kg de
peso, aunque este dato enciclopédico tampoco fue razón para que este
escribiente cayera en la historia de un pirarucú de 10 metros de largo que
volteó una embarcación y el valiente pescador tras forcejear con el animal
logro darle de baja y mientras se estremecía en sus últimos estertores del
reino de los vivos lo montó y logró llegar a la orilla donde muerto el pez
el hombre lo exhibió por tres
semanas consecutivas, gigante del cual todavía a mi visita comí un suculento
filete a saber de su pesca hace muchos años.
Este dato decidí
creerlo para evitar matar la fantasía que con tanta dificultad creo en mí la
fuente lugareña de la historia.
Si te quedas en
el rió después de las seis de la tarde te puede ocurrir que un pescadito se te
acerque y busque cualquier orifico expuesto ó no expuesto de tu cuerpo y ya
instalado dentro empieza su festín, te devora de adentro para afuera, -a
nosotros nos toco ver un delfín al que se comió este bromista pez, por eso le
tenemos mucho respeto al río y cuando ha llovido ó a caído el sol casi nadie se
mete al agua para no tener que lidiar con ese malestar estomacal-
Hay más famosos
que servirían hasta a Tarantino de inspiración pero en aras de que mi intrépido
lector no abandone estas líneas resumiré este tratado de espantos acuáticos con
esta última especie. -Contamos en nuestras frescas, tranquilas, hermosas y
refrescantes aguas con gran variedad de peces entre ellos: los Serrasalmidae
llamados pirañas-, para mi tranquilidad supe que solo atacan en manadas si
huelen la sangre, mas tranquilo estuve cuando supe además que si el ataque se
produce, en pocos minutos pueden dejar limpio de carne el esqueleto del animal
atacado, por grande que sea y no excluye a los homosapiens.
Pero por fortuna
existe el Tarapoto un lago de belleza incontable donde la emoción se hace
incontenible y los pánicos adquiridos olvidados.
Este lago que
comparte aguas del río amazonas es el varadero de los delfines rosados, hasta
aquí llegan estos saltimbanquis a exhibirse por que ellos saben que hasta aquí
llegan los humanos a encontrar lo asombros que les ha negado la vida, ver un
delfín rosado es una experiencia mística, un encuentro cercano con un habitante
del planeta que dicen evolucionó colateral al hombre, pero mas emocionante es
verlo desde un bote para seis pasajeros al que le han montado quince y en el
que no te puedes mover por que corre el riesgo de voltearse, la emoción aumenta
cuanto los que están en sentido contrario empiezan a ver los delfines y cuando
se consigue girar con toda la precaución para que la embarcación no zozobre
entonces los delfines cambian de ubicación y siguen apareciendo solo a los
otros y el pobre de uno se queda sin verlos porque ver un delfín es una
experiencia mas que mística, se debe ser un elegido para que ellos vengan y
salten al lado y enseñen sus ojitos negros y redondos y su piel gris porque lo
único que conseguí ver fue un rabo de pez que no era propiamente rosado.
¡Bueno! es
regresar en un peque-peque diseñado para veinte pasajeros con solo cinco; aquí
la cosa cambia, nadie regaña por que la embarcación se tambalea, uno se da el
lujo de sentirse valiente y aunque se ve agua por todos los lados el viejo
dicho de ahogarse en un vaso de agua pierde sentido y eh aquí que el milagro ocurre,
los delfines salen saludan, preguntan por la familia, mandan razones, nos
reímos y nos invitan a nadar con ellos mientras nos garantizan seguridad; en mi
caso preferí hacerlo con el chaleco salvavidas pues no me confío mucho de un
delfín que apenas conozco, así me bañe entre delfines, los vi rosados y hasta
azules, les canté y me cantaron me sugirieron técnicas de respiración nos
hicimos amigos (pero no me quite el salvavidas) y luego al despedirnos pidieron
guardar el secreto.
Ya en la
embarcación mientras nos alejábamos los vimos nadar en circulo acercarse a la
orilla saltar y caer de pie en tierra firme y caminar hasta internarse en la
selva.
Dice una veraz
enciclopedia escrita por enciclopedistas que no se dejan llevar por la
subjetividad del embrujo amazónico, que son fieles a lo real, que no creen en
patrañas del lenguaje que no le comen cuento a la semántica, que no se
entienden con los enredos de las trampas lingüísticas que se inventan las
comunidades para resolverse sus preguntas informulables ó aquellas respuestas
que terminan siendo inventadas por uno mismo para entrar en la dinámica de la
invención, dice así: el buto o inía
pertenece, como su otro nombre indica, a los delfines fluviales (Stenidae) y es,
por lo tanto, un cetáceo. Tiene un tamaño de poco más de dos metros y se
alimenta de peces pequeños y medianos. Al ser animales de respiración pulmonar,
tienen que emerger periódicamente para respirar y lo hacen de forma muy
ruidosa. Como los marinos, son inteligentes y domesticables y en ellos se
apoyan algunas leyendas de sirenas. Sin que se sepa bien por qué, los indígenas
los respetan. En relación con ello, sí es más sorprendente saber que ese
respeto es un fenómeno generalizado a todos los delfines fluviales de otros
ríos de la Tierra.
A la víbora víbora del amar-zonas/ yo me
canto esta canción/ que sonando un cascabel/ va prendido al corazón/la sirena
bailará y traerá consigo el son/ de este nuevo despertar que procura un nuevo
sol/viéndolos a ellos volar la víbora no atacó/
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