lunes, 1 de junio de 2020

OPEN THE DOORS



William Blake, dijo: “Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: Infinito”, en su momento esta cita inspiró a escritores, poetas, músicos, místicos e intelectuales a ir tras el significado que ofrecía, atravesar el umbral y revelar todo aquello que contiene el infinito. La puerta ofrece la posibilidad de ir al otro lado, de manera simbólica permite el viaje del adentro al afuera, ese salir de si, que muchos consideran el verdadero salto del hombre civilizado. Uno de estos hombres fue Aldous Huxley quien la usa de epígrafe para introducir a su ensayo “Las puertas de la percepción (1954)”, Huxley atraviesa su respectiva puerta utilizando la mezcalina como pasadizo intentando demostrar que el cerebro selecciona lo que quiere que asumamos como real, negándonos una percepción mas amplia del mundo, los enteógenos serian una de las formas que le permitirían al hombre abrirse a la comprensión del universo desde una conciencia expandida.

Quizás tras una de esas puertas encontró Jim Morrison la inspiración para nombrar su Banda The Doors y tras otra puerta encontró su camino de regreso, no sin antes advertirnos desde su poesía, ora como chamán, ora como Dioniso que la tarea del hombre consiste en atravesar todas las puertas que se crucen en su camino porque no hay otro destino que el despertar de la conciencia humana.

Abrir las puertas de la percepción tomó un camino más asociado al consumo de alucinógenos que a una búsqueda intensa por comprender el universo mediado por otros dispositivos como el arte, la literatura, la ciencia y hasta la misma religión, tornándose la búsqueda de la comprensión del universo, en algo psicodélico*, una moda o un cliché cultural, así la puerta de la percepción mística se cierra para dar paso a un uso de puertas más domésticas, puerta que va y viene tipo bar del lejano oeste, la puerta giratoria de algunos hoteles que te pueden atrapar en un bucle si no saltas del otro lado, puertas de alcoba que azotan amantes furiosas, puertas de presidios que encierran al hombre en sí mismo, inmensas y ornamentadas puertas de templos que tienen como función hacernos sentir pequeños, puertas del tren que avisan con chillidos que se van a cerrar y puertas de casas en ruinas que se sostienen de la nada recordando que alguna vez existieron secretos tras sus paredes.

La puerta fue despojada de su ancestral poder de facilitar el paso del hombre de la caverna al cosmos y fue de alguna manera superada por la ventana, más pequeña, por la que el mundo entra en dosis mínima, a diferencia de la puerta que al abrirla te expone a la calle, deja que el mundo entero entre trayendo la totalidad de lo que es, la ventana te mantiene a resguardo, deja que entre un sol que a duras penas atraviesa el espacio interno convertido en delgados hilos de luz, de vez en cuando una leve brisa, el voceo de un vendedor, el rumor de un motor o el canto de un pájaro, nada en su totalidad atraviesa las ventanas, por eso ganaron y es a través de una ventana que ahora pretendemos comprender al mundo, una ventana artificial a la que llamamos Windows por la qué nos llega la invención de lo cotidiano, una ventana que nos mantiene a resguardo de enfrentar la lucidez que se nos revelaría si abrimos las puertas de la percepción desde las que Blake alcanzó a vislumbrar el universo en su conjunto.

Mientras las puertas nos invitan a entrar en relación con los objetos y sus usos y con la memoria qué estos traen de los hombres que se atrevieron no sólo a abrirlas, sino a derribarlas, las ventanas nos aíslan, tras los visillos miramos el universo de manera subrepticia, abrimos una sola ventana y a través de ella nos llega todo lo que debemos creer, lo que damos por seguro, una ventana desdé la qué somos manipulados, enajenados, perdemos felices la libertad, la manía infantil de preguntar se resuelve con un clic, una ventana-pantalla que nos trae el mundo en tiempo “real” a la tranquilidad de nuestro hogar, sin darnos cuenta que en realidad es un ojo avizor qué husmea y al que le confiamos nuestra intimidad que luego volverla en nuestra contra. 

Ahora que las puertas no se abren porque el afuera se tornó en el enemigo, si las abres te puedes dar cuenta que afuera sigue la vida ondulando las frondas de los árboles, sigue muy campante el sol brillando en los lentes oscuros de algunos hombres que por autoridad u obediencia resultaron inmunes, el bullicio sigue en las calles, los vendedores de fruta pululan, los pájaros cantan y la brisa estremece los cables de energía, la muerte es un transeúnte que se pasea de lado a lado porque  desde su percepción no hay puerta que le ataje, ni abundantes camas para recostar los despojos de sus hijos, ni suficiente percepción para que ellos entiendan que la muerte no es tan mala como una vida de ceguera hecha con engaños y miedo.

Si las ventanas de la percepción fueran depuradas, no le quedaría al hombre otro camino que saltar por la puerta.



Carlos Andrés Restrepo Espinosa


   



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“Psicodelico” viene de dos palabras griegas, alma y manifestar, quiere decir: “que manifiesta el alma”, el psiquiatra Humphrey Osmond, inventa la palabra a partir de los experimentos que realiza con Aldous Huxley en torno al consumo de la mezcalina.


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