I
Jugando al anti poeta.
Tu boca pequeña se enciende en mí beso,
por solidaridad mi sabia sana la aridez de tus labios.
Mi historia te sigue buscando desde la madrugada
en qué te fuiste cuando el sol estaba por salir.
Tu boca inquieta me sigue besando
Y éste mundo se acaba,
fue un único presente y aunque con Nicanor
brindé por el mañana,
siempre supe que es lo que menos ofrecías.
Tu boca imaginada borró la que dibujé sobre tu
boca ajena para que mí beso fuera exclusivo y ya vez el hombrecito imaginario
fui yo.
Fijé tu nombre en mis labios
Y no hay lugar en qué mis palabras no te
encuentren.
II
¿Qué?
Me miras detenidamente
Con la profundidad de los que por vez primera
miran el mar.
Me miras y provocas oleadas de ardor en mí
plexo.
Me miras con la contundencia del que sabe que
desea pero no quiere comprometerse.
Entre tus ojos Saturno acomoda sus colores y
danzan un par de estrellas fugaces, yo pido dos deseos.
Me miras y no alcanzo a diferenciar dónde
empiezan tus ojos, dónde acaban los míos.
Me miras y de repente sé que no me ves, que soy
yo el que te está viendo, cuando sorpresivamente me dices: ¿Qué?
III
Somos idénticos pero nuestras ideas son distintas, he querido civilizar la
pérdida, elevar a una conciencia cósmica los motivos por los que ya tu tiempo
no coincide con el mío aunque tenemos el mismo reloj en la mesita de noche.
Hoy envejecí tres años, un gato murió y nacieron
diez colibrís.
Tu idea de la vida es ignorar el tiempo, mi idea
del tiempo es qué no se puede ignorar la vida, somos idénticos pero ya no
coinciden nuestros granos de arena en la misma caída.
Me motiva la idea de morir para no quedarme
quieto, por eso he conseguido algunas cosas y ahora aprendo que todas se pueden
perder.
Somos idénticos, sólo qué yo más frágil, por
tanto efímero.
Tu duermes toda la mañana como si fueras eterna.
Somos idénticos pero no los mismos, así que nada
de civilización,
no hay conciencia cósmica, sólo nos puede salvar la guerra.
IV
De ti depende y eso lo tengo claro
Que esta noche sea novedosa.
De mi depende y eso lo sabes, qué el
sortilegio de mis sonetos te seduzcan al punto de quemar tus naves al llegar
a la orilla de mi cama.
Perdidos en los pliegues de las sábanas depende
de los dos no ocuparnos del bloque de búsqueda qué se moviliza en la
periferia de la alcoba diminuta qué en el brillo de tus ojos cabe.
Atentos a no crear expectativas, lo negamos todo
y al mismo tiempo nos tratamos con tal dulzura que las abejas sobrevuelan
nuestra conversación, nos añoramos sin soltarnos de la mano.
Estamos llenos de motivos para no tenernos,
consecuentes con la historia que no queremos construir, advertido de no ser el
motivo de tú más reciente acrobacia amorosa, y notificada tú de mí desinterés
por todo lo qué no te interesa dar.
Nos besamos, insensatos que se tienen y se
niegan,
amorosos qué se necesitan y se silencian.
V
El amor volverá
Salvaje y tierno
Genuino en sus ardores
volverá y ordenará con sus rituales la vida
alebrestando mi corazón como el nido de azulejos
que se guinda a los primeros rayos de la aurora.
El amor volverá y traerá juventud por contagio o
por convicción o por terquedad, pero volverá con sus aleteos y picardías.
El amor volverá pese a la bruma, al pesimismo, a
los miedos y las dudas.
Volverá y las canciones y los poemas volverán a
coincidir de idéntica forma a cuando no estaba.
Volverá sin garantías, para recordar que nada
nos pertenece, qué la fidelidad como dijo Allen, sólo existe en los equipos de
sonido, que la honestidad sólo ocurre por conveniencia, que enamorarse es un
fraude que se construye en compañía, el volverá para recordarnos que somos
efímeros y que al final del viaje sólo queda el cansancio, la desilusión y la
tremenda lucidez que hace sabios a los que aprenden a descreer.
El amor volverá y una vez más si no estamos
alertas seremos su presa.
VI
Ella no es mía
Yo no soy de ella
Se presta para mí
Y su boca viene a mi encuentro
Yo me doy a ella y me refugio
En la hojarasca de su sexo.
Ella es de ella y sus deleites
Yo soy mío y de mis complejos
Laboratorios de ensueños.
Ella le pertenece a otro
Yo me pertenezco a mí mismo.
Qué libertad tan exquisita nos tiene
esclavizados.
VII
El destino tiene una ruta.
Creímos en sus variables
Por culpa de la bruma y de los azahares que nos
embriagaron cuando de la mano parecíamos caminar.
El resplandor de la aurora vino cada mañana a
recordarlo, pero estaba tan lleno de ilusión que no advertí que tú no estabas
desde que dijiste estar.
La rosa se marchitó a la semana del primer beso
y la sepulté dentro del inventario de Benedetti, junto a no te salves ahora,
con la esperanza de inmortalizar el amor qué ahora lloro.
El destino dictó mí ruta y la soledad me apuró,
no quería asumir la broma de mi realidad, aleccionado al fin, superada la
angustia, la desilusión finalmente me hizo mucho bien.
VIII
A sangre fría me dijiste qué me amabas sólo por esta noche.
Y aquí estoy estirando los minutos con todo lo
impuro que puedo ser.
Busco atajos en tu piel para alcanzar a recorrer
tus cicatrices y en la pared el reflejo de tu sombra se me antoja parecida a
lucifer.
Pienso en secuestrarte cuando llegue la aurora,
afino mi puntería y te disparo con un verso de rodillas y termino hiriéndome yo
mismo, tú ilesa, sin mírame sonríes y el reloj en la pared qué está sin pilas
me aturde con su estático tic tac.
Te trato mal para ver si te quedas, no te
prometo nada con la intención de que me ames, asumo la actitud estoica qué
tanto esperas de mí y extraviado entre el nunca y el cuándo me descubro tan
cándido que me aventuro a contrariar al porvenir.
Hago un conjuro para no desvanecerme entre el
presente y el mañana, para que el gato no se vaya a dormir, para qué la noche
se prolongue en las cortinas y no haya más luz que la de tu cuerpo entre mis
manos, y de repente ya es hoy por la mañana y aún sigues dormida en la heladera,
dónde con tu sangre fría sueñas que estás lejos de mí.
IX
Junto a Chinoy ya no invocaremos más a Klara en las mañanas, el domingo
seguirá siendo el soporte de otros altares y otros tributos, mi colchón
del trapecismo servirá para matar otro egoísmo, el tuyo ya tiene lagañas de
otras miradas, quizás de otros llantos.
Otra canción acudirá mis cuerdas, otra fruición
mis días y otro dulzor mis labios.
Darás la vuelta al sol durante mil años sin
descubrir un cielo qué iguale al qué pinté para ti en palabras con una crayola
azul en la servilleta de un café.
Acostumbrado a no tenerte desde qué eras mía,
hace más fácil asimilar qué ya no tienes tiempo para ignorarme.
X
Aviso
Estoy buscando con quién soñar, qué sea de
buenos modos, joven o por lo menos fresca, honrada en amores y digna del poema
de mis labios, puede ser una cualquiera, ojalá sea una cualquiera, y que sepa
de la fatiga de mis pies que tanto han escalado para derrumbarse y que además
no le den miedo los contagios porque tengo todos los males influenciando mi
bienestar, si conoces de alguien no le des mi dirección, dile que al igual que
Sabina vivo en la calle melancolía, si es la indicada, sabrá llegar.