martes, 7 de noviembre de 2023

173


Según la pseudociencia de la numerología, el número 1 simboliza el comienzo de todo, representa el ego y está regido por el sol, del cual toma el sentido de individualidad, la identidad y la energía paterna, su aspecto negativo es la arrogancia y el positivo la integridad, domina los demás números, simboliza la expresión divina.

-El número 7 - dijo Hipócrates - por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas. Es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la luna cambia de fase cada siete días; este número influye en todos los seres sublimes -. Simboliza la trascendencia, la espiritualidad y la ilusión e indica la búsqueda de aprendizaje y la perfección. La inmensa mayoría de símbolos de siete elementos en el mundo entero derivan del modelo celeste de las siete esferas. Su aspecto negativo es la insensibilidad y la introversión.

Bajo la regencia de Júpiter, el 3 representa el juego. Es arquetipo del niño y tiene que ver con abundancia y con la gestación creativa, tiene mucha influencia en la parte mental y en la social. En la antigüedad fue considerado el número perfecto ya que representaba el tiempo, la materia y el espacio, está asociado al triángulo símbolo de la lógica, así mismo es el número de la conclusión, su aspecto negativo es el orgullo que lo lleva a ser entrometido y controlador.

En el marco del aniversario, encontré en la internet un video institucional que buscaba enaltecer las virtudes de Jericó y se centraba en la esencia de sus gentes, algo me incomodó en su mensaje, no soy tan conformista, me molesta esa capacidad de enmascarar la realidad con frases publicitarias e ideas de cajón que pretenden hacer ver a un pueblo con una crisis de gentrificación rampante y otros demonios, como una estampa de la Revista Atalaya, donde todo es leche y miel. En respuesta a este malestar se me ocurrió el ejercicio de escudriñar el significado de cada uno de los números que componen la sumatoria de años; hago de mi malestar un llamado a la reflexión, yo también soy Jericó, puede que no tenga poder político o económico, pero si tengo narrativas y ensueño una sociedad conectada con su memoria, aciertos y desaciertos, que aproveche la oportunidad para evaluar el estado de su historia y que no se limite a una campaña publicitaria maquillada donde venden una ilusión, controlando con cierto toque de indiferencia, los rasgos negativos que también nos definen y que si los pusiéramos en evidencia podrían mejorar, en lugar de disimular con estéticas advenedizas.

Pongámonos de acuerdo en algo ¿Qué es esencia, y cuál gente? ¿La de las redes sociales que hablan y expresan melancolía pero que viven lejos? ¿La que resiste en las montañas? o ¿los neojericoanos sin arraigo, sin ancestros, pero si con muchas ganas de lucro? Porque hasta de los pueblos vecinos que nos miraban con recelo, ya están llegando a comerciar, porque la esencia de esté terruño es el negocio, el billete, sino pregúnteles a los políticos que camuflan su afán de poder y de ganar en el deseo de servir ¿Servir? ¿A quién? A ellos mismos.

Veamos lo tremendo de esta esencia: Venga y monte un negocio, las venas del pueblo están abiertas, venga y chupe, le vendemos un andén, si quiere llévese la calle entera, se la dejamos baratica al mejor postor, aprovechen que estamos botados, apúrense que quedan pocos adoquines, venga e instale su mesa, y venda lo que sea, no importa la calidad, venda y bien caro para que alcance a pagar los altos cánones de arrendamiento, y si corre con suerte consiga empleados y si los consigue aguante su decidía para trabajar, porque parte de la esencia de los de aquí es la pereza, aquí también hemos producido vagos con altos estándares de calidad, salga a la plaza para que vea.

Lo esencial es invisible a los ojos poetisa de Saint-Exupéry, así que no se fíen de la esencia que se visibiliza, alguna trampa ha de tener, igual que las promociones o los avisos de gratis, en este paraíso del mercado nada lo es, por algún lado te descuentan esa ilusión.

Vengan y aprovechen, estamos desmantelando la esencia, lleve casas con arquitectura republicana venidas a menos y construya mansiones tipo Beverly Hills, de puertas para adentro todo se puede, el patrimonio es solo de dientes para afuera.

Lleve montañas, lleve cielos azulados, lleve potreros, nuestra esencia es vender, nos queda un pedazo de río, un rabo de nubes, nos queda una tarde de lunes agonizando, nos queda un vaho a orines al lado de la Casa de Gobierno, nos quedan dos esquinas libres para que parquee su humanidad y se siente a ver el caos hermoso que le tenemos reservado.

La esencia nostra es creernos mejores así seamos los peores, aquí cualquiera es poeta, escritor o historiador, lo mejor de nosotros es el chisme, y se está acabando porque ya no sabemos quién es quién, esto está perdiendo la gracia, nos quedamos sin insumos. Venga le echamos el último cuento que nos queda, la propina es voluntaria, le guardo el casco en 2 mil, orinada a niqui, vaso de agua de la canilla a 4 mil, tinto amargo a 10 mil. La mirada despectiva se la encimamos y el trato austero de los meceros es cortesía de la casa.

Honestamente los números que más nos interesan son los que suman pesos, no los que suman años de memoria, identidad y espiritualidad, eso ya no se usa.

Venga que la esencia se está acabando, le vendemos el último cuncho, pero no se duerma que ya tenemos 400 solicitudes del extranjero, porque la esencia de los de aquí, es que ya no son los de aquí. Nos vendamos para vendernos en porciones tan dosificadas que no se notó el cambio, y cuando abrimos los ojos, Jericó ya no era nuestro.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa

 

viernes, 3 de noviembre de 2023

Y DOLOS

Yo creí que era esplendente, el brillo traslucía en sus ideas, le celebrábamos todo,

sus flatulencias eran recibidas con gratitud, decía: -miren aquí y todos mirábamos,

decía: -miren allá, y seguíamos sus larguiruchas señales. Era nuestro ídolo, todo

lo que tocaba se volvía verde esperanza, era el profeta del Umwelt y otras

cuestiones que no entendíamos, pero dado su entusiasmo lo aceptábamos como

fieles seguidores. Ahora todo es decepción. Ese es el inconveniente con la

idolatría, los ídolos se rompen, pelan el cobre, se caen de su pedestal y no hay

remiendo que les devuelva su gracia.


Todo lo que decía lo asentíamos con vehemencia, era nuestro modelo, nos

enseñó el amor por la naturaleza, señalaba las estrellas y nos convenció de ser

una leve brizna en el infinito, éramos nada ante su sapiencia, pequeños ante su

arrogancia. Pero los ídolos se despedazan, y cuando la fe ciega desaparece se

hacen añicos, es justo y necesario que así sea.


En instantes de nuestras vidas tenemos referentes, influencias buenas,

generosas, en apariencia sensatas, pero cuando pasa el tiempo y corre el velo de

nuestra mirada entendemos su desacierto, sus incoherencias. Está bien, todos

tenemos derecho a cambiar, el malo puede convertirse en bueno, el príncipe en un

sapo, la princesa en una bruja y la bruja en un murciélago, en fin, cada uno verá

que hace con su metamorfosis, cómo se ocupa de su alquimia íntima.


Ya no quedan modelos que nos inspiren, solo presiento una multitud de sombras

atávicas revolviéndose en el fango de su hedonismo, evidenciando una

ostentación que se aleja de lo sagrado, prima el negocio sobre la cultura y la fatiga

estética sobre la emoción, y los que tienen voz tienen discursos adormecedores,

palabrerías rimbombantes, y risotadas inoportunas.


Vano fue el esfuerzo de seguir un ídolo, ahora liberado de tales herencias siento

que no debo lamentar haberlo perdido.

A estas alturas del relato ya no me importa si es alto, mira las estrellas o si es


diminuto cuál enano que cabe en una hendija de la decepción.


Ahora tengo mi propia mirada del mundo, reconozco que mucho de lo que en

algún momento me enseñó, define el ser con criterio y carácter que soy y que no

estoy dispuesto a perder, así los ídolos se vengan a menos y se disuelvan en el

polvo del desengaño, la enseñanza y la experiencia nos debe quedar con-sagrada

en el altar de nuestra gratitud, porque después de todo, ¿De qué sirve haber

aprendido, si no sabemos mirar con conmiseración a estas pobres almas

atribuladas que un día fueron tanto y ahora de tanto ser ya nada son?.

El ocaso es terrible. 


Carlos Andrés Restrepo Espinosa

MIRAR DE FRENTE

  -No mires con disimulo, mira fijamente - aconseja Gurdjieff a su hija. Desde pequeño escuché decir que los ojos son el espejo del alma, ...