miércoles, 25 de mayo de 2022

PALABRAS, PALABRAS, PALABRAS

Al principio fueron las palabras. Las mismas que crearon el mundo. Las que contaron sobre sus miserias y grandezas. Las del navegante, las del guerrero, las del sacerdote, las del arúspice, las del pirata, las del verdugo, las del aedo, las de todos… las palabras, las que siguen siendo una muestra de la inteligencia y la imaginación. Las invencibles. Las eternas.

Reinaldo Spitaletta.

 

Por puro antojo de palabroso que soy o me nombro, me aventuro en esta columna, corriendo el riesgo de redundar, pues el que con las palabras se mete entra en el bucle del palabrero donde todo es lo mismo, aunque se presente revelador, quizás novedoso, siempre se tendrá la sensación de haberlo leído, de haberlo vivido, como esa sensación que los franceses decidieron llamar: “déjà vu” y que se pronuncia (deyaví) porque algunas palabras tienen esa curiosa potestad, no se nombran como se escriben, pero se meten en todas las hablas con su brillo tan campante y olvidamos su origen aunque las usemos como si fueran propias: chofer, carriel, sticker, voucher, yogurt…

El epígrafe que uso, lo resume, lo tomé prestado de una entrada del blog de Reinaldo Spitaletta, pensé usar la expresión lo robé del blog, pero opté por el eufemismo de tomar prestado, yo no chicaneo con los amigos, pero a los escritores no se les roba, su columna me inspiró y a él el crédito, el honor y la gloria.

Las palabras propias, impuestas, advenedizas o robadas nos definen, ¿dime con quien hablas? y te diré que sabes, ¿dime que lees? Y te diré quien eres.  Asistimos a un tiempo de caída en picada de las palabras por el desbarrancadero del ostracismo, pierden su uso siendo reemplazadas por caritas amarillas que aparecen haciendo guiños en medio de las conversaciones que ahora se llaman chats, estas caritas se comieron las palabras, en su redondez amarilla (algunas son inclusivas y vienen desde el amarillo en un misterioso desvanecimiento, que pasa por el blanco hueso hasta llegar a un rojo que parece negro), ya no expresamos la alegría con palabras, sino con caritas felices, el deseo con una berenjena y el bienestar con un pulgar enhiesto.

También las palabras son cercenadas, mutiladas sus partes, yuxtapuestas, ignoradas o travestidas, por ahí se les puede ver clamando por ayuda: “bn” (en lugar de bien), “espadadrapo” (en lugar de esparadrapo), apacharrado (en lugar de achaparrado), X2 (en lugar de decir: también me pasa a mi o estoy de acuerdo) 4U (para ti) bss (para besos) xoxo (besos y abrazos). Cierto es que la llamada vida moderna y la tecnología han impuesto sus reglas de juego y con ellas el afán, parece que ya las palabras no merecen el tiempo justo para ser escuchadas, mucho menos para ser escritas con la altura y la anchura, la textura y el espesor que cada una contiene, consumimos palabras sin tuétano.

La poeta estadounidense Muriel Rukeyser, fue quien dijo que el universo estaba hecho de historias, no de átomos, Filón de Alejandría preconizó mucho antes que: “Las palabras crean las cosas” y aquí muy cercano a nosotros, el poeta Tamesíno, Everardo Rendón Colorado, descubrió que su profesora Gilma tenía la boca llena de vocales y de allí saltó como una gotita, su primera “a” de asombro. Las palabras como cosas, las historias como universos, en resumen, definen lo que somos.

En esta edición número cien del periódico el petroglifo viene bien la reflexión, ¿cuántas palabras han surcado estas páginas?, ¿cuáles son nuestras historias?, ¿cuáles las palabras que dan sentido a nuestras vidas?, ¿cuáles las narrativas que ordenan nuestra cotidianidad?, ¿cuál el legado que estamos dejando?, ¿quién pronunciará nuestro nombre cuando ya no estemos, contará o cantará la hazaña de nuestras vidas?, ¿dónde se esconde el juglar, el trovador de nuestros tiempos?...

¿Quién le devolverá el tuétano a las palabras para que nuestra memoria no pierda la sustancia de todo eso que fuimos, somos y esperamos en nombre de las palabras no dejar de ser?

 Carlos Andrés Restrepo Espinosa


Columna Publicada en la edición numero 100 del Periodico Reginal el Petroglifo del Municipio de Tamesis Antioquia. Abril del 2022


 

viernes, 20 de mayo de 2022

RECORDERIS

Soy de buenos modos, costumbres y maneras, soy intenso en ser coherente y cierto es que me contradigo, pero me enmiendo.

Soy tierno por dentro y fiero por fuera, soy un grupetto de semicorcheas corriendo alegres, soy la toma de aire en un décimo compás, soy un cambio repentino de métrica, se que en alguna parte del mundo alguien me entiende, soy un incomprendido por zonas, mis tristezas son un asunto geográfico.

Soy el que cumple años en mayo y celebra tres días, soy el que regala tiempo que es su mayor valía, soy un coleccionista de miradas, el que escribe para los que no leen, un apasionado en el amor, generoso en el placer y experto en la soledad y otros remedios.

Soy el que canta, viste y calza...

Soy Andrés Restrepo y no me quejo.

viernes, 6 de mayo de 2022

DULCES SUEÑOS


 

¡Cómo te parece que aquella se está acostando con aquél!, -la hija de Virgelina ha dormido con muchos hombres-, -El que con niños se acuesta…amanece mojado-. ¡Que sueñes con los angelitos!

 

Inicio con esas frases para introducir un tema que por puro divertimento tuve hace poco con una amiga que solía confiar en mí sus sueños y que, por supuesto yo le confié los míos.  Los homos sapiens, cambiamos el estado de alerta por la confianza, y el refrán de seguro mato a confiado, ya no sirve de mucho, porque suele aparecer cuando ya no se usa, como regalarle a un calvo un champú para la caída del cabello.

Después del amor, se giró sobre su costado derecho y acercó su cuerpo al mío, encajó perfecto y como si faltara un último ajuste resbaló su pantorrilla y con su pie de hobbit buscó contacto con el mío quedando como los de un crucificado.

Mi respiración queda pegada a su cuello y su cabello fastidia de manera grata en mi frente, suele pasar en estos estados que la incomodidad es todo un placer.

 Toma mi mano y me arrastra a un abrazo protector, el antebrazo descansa en su torso y la mano va a reposar justo sobre su pecho cálido y siento el tambor de su corazón ascendiendo y descendiendo, con voz melosa me dice: “Dulces sueños” y se entrega en la confianza absoluta, dejando a mi merced su frágil humanidad.

 No pegué el ojo, me quedé pensando en la responsabilidad que estaba teniendo en ese momento, era yo el guardián del sueño de aquella mujer que se alojaba en cucharita entre el cuenco de mi cuerpo y la vaporosa configuración de alma que me he inventado para sentirme bueno.

 La forma de dormir de las nutrias de mar es, quizás, una de las más bonitas del reino animal. Cuando se van a dormir, los ejemplares de esta especie suelen darse la mano para que mientras duerman no se separen de su compañero y así no amanecer solos. Allí estaba yo como una nutria, pero despierto, pensando en asuntos románticos y evolutivos… evoco a Mario Benedetti, en mi caso los grandes temas se quedan despiertos conmigo mientras ella duerme el sueño que mis temas y yo, no.

Le entregamos la fragilidad al otro al cerrar los ojos en la confianza de que no nos va a devorar mientras estemos dormidos, es la expresión más honesta de amor, ¿cuántas veces hemos deshonrado semejante ritual, entregando nuestro sueño a las hienas o a cualquier ave de rapiña, que sin dudarlo aprovecharía para clavar sus zarpas en la yugular de nuestra existencia?

Las jirafas no alcanzan un sueño profundo mientras duermen. Debido a su gran tamaño y lentitud, suelen dormir tres horas, despertándose varias veces a lo largo de la noche por una cuestión de supervivencia.

El insomnio podría ser cuestión de conservación, algún rezago evolutivo que de repente se activa, pero como ya dormimos en el confort de una habitación y no en la sabana africana, esa energía contenida para escapar se queda confinada en vueltas insustanciales en la cama en procura de que el sueño regrese.

Empiezo a sentir calambre en mi brazo, lentamente lo deslizo a fin de no despertar a mi amiga y me giro y como si fuera una rutina memorizada por los cuerpos, ella me sigue y ahora soy yo quien queda acurrucado bajo su mediano abrazo protector (la abarcadura de sus brazos no cubre la totalidad de mi humanidad).  En aquella posición, cierro los ojos, respiro y me entrego a mis dulces sueños.

Y allí estamos los dos en ese al que decido llamar: “un gran salto de la civilización”, o “una gran estupidez del amor”, los dos dormidos, confiados uno en el otro, sin guardia, sin insomnio, sin contar ovejas, sin sombras moviéndose entre los arbustos, sin jerarquías, sin purezas, habitando la indefensión con un estoicismo tal que dan ganas de aplaudir a la especie humana, pero estamos demasiado dormidos para hacerlo, juntos soñamos que al despertar estaremos ahí para darnos los buenos días.

Dulces sueños nos permiten la buena voluntad del otro, su tranquilidad, su dulzura, su honestidad, dulces sueños porque somos los descendientes de una Lucy en el cielo con diamantes, dulces sueños porque confiamos en que al despertar sigamos siendo civilizados y estemos todavía vivos, entrecruzados en el genuino deseo, con las piernas anudadas, húmedos, ardorosos y baldíos, unciosos y augurales como profetizó el insomne Porfirio, pero sobre todo vivos.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa


CODA

Soñar con los angelitos, es una expresión mexicana y hace referencia a «Los Angelitos», sanguinarios hijos del temido Ángel Guajardo que sembraban el terror en la zona de Chinameca. Por aquel entonces «que sueñes con Los Angelitos» era una de las amenazas más crueles que se podían hacer a una persona, y normalmente el amenazado recibía pocos días después la funesta visita de «Los Angelitos», de los que ni siquiera se ha conservado su verdadero nombre. Sólo después de la revolución encabezada por Pancho Villa, en la que «Los Angelitos» fueron linchados por el pueblo, la expresión comenzó a utilizarse como signo de victoria y como sinónimo de «dulces sueños»: «que sueñes con Los Angelitos (que ahora están muertos)». Del blog Emitologías.

 

 


MIRAR DE FRENTE

  -No mires con disimulo, mira fijamente - aconseja Gurdjieff a su hija. Desde pequeño escuché decir que los ojos son el espejo del alma, ...