viernes, 30 de septiembre de 2022

ME DAN GANITAS

Me dan  ganas de amarte con mis palabras y volverte literatura, me dan muchas ganas de verte y me aguanto no por estoico sino por darle motivos a la melancolía.

Me dan ganas de decirte que te quiero, pero no quiero que lo sepas.

Me dan ganas de salir al bosque y esperar detrás de un árbol a que pases  cantando enfundada en tu buso rojo, y ¡zas!, pero aguardo a que ocurra la feliz coincidencia en el mercado de libros.

Me dan ganas de prometer nada que nos acostumbre, todo aquello que nos reclame, reir un poco de dicha incoherencia y abrazarte en la oscuridad, al lado izquierdo de la cama debajo de la cuál están los cadáveres exquisitos de mis alegrías pasadas.

Me dan ganas de revolver tus cabellos en mi almohada, besar tu boca que me sabe a... boca, pegar mi cuerpo al tuyo una vez más y compartir sudores y otros jugos más heterogéneos, sentir tu pie desnudo jugado al sube y baja en mi pantorrilla.

Me dan ganas de tratarte bien para que me trates mal, me dan ganas de extrañarte para que no me olvides, me dan ganas de olvidarte para que te quedes por siempre en este poema.

Me dan ganas de ponerle tu nombre a estos versos libres que te escribo, pero es tal su libertad que no hace falta, ya tu sabes que es a ti a quien los dedico.

Me dan ganas de amarte con mis palabras y volverte literatura. Pero sólo por hoy  elijo la abstinencia y guardo mi deseo para otras noches.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa


Medellín 20 de septiembre 2022 


lunes, 19 de septiembre de 2022

GIROS




Toda luna, todo año, todo día, todo viento camina y pasa también. 

También toda sangre llega al lugar de su quietud.

Chilam Balam.


A oídas, luego indago y escribo, es mi método. Me gusta andar por ahí “parando la oreja y escucho unas cosas que no se han de imaginar, todas me las creo y después las descreo.  Casi no hago preguntas, las personas suelen andar por el mundo contando su vivir, como si su existencia dependiera de su propia narrativa, alargan su tiempo de vida prolongando las historias, unos son muy creativos, en cambio otros repiten la misma historia cada vez y la cuentan como si fuera la primera, olvidando que el público ya conoce el repertorio, sobre todo le pasa a los más viejos, con el paso de los años nos volvemos monotemáticos, repetimos el cuento por miedo al silencio, al olvido, al abandono y a la misma muerte.

Cuando la narrativa empieza a dar vueltas, entonces pregunto y el narrador se encauza, si mas adelante se desvía, pregunto de nuevo, así logro avanzar en la historia y al final me doy cuenta que me la he pasado dando vueltas, que al pretender linealidad no logro mas que entrar en un bucle del lenguaje, un profesor muy sabio y barbudo que tuve le llamaba dialéctica y decía que era como una espira, yo nunca entendí, pero imaginaba un resorte Slinky, ese que de niño tomaba con ambas manos y se enrollaba de lado a lado sin gracia alguna, pero que en las manos adecuadas ofrecía elegantes acrobacias y hasta lo vi subir y bajar escalas. En fin, como pueden darse cuenta, un texto puede avanzar en sus líneas sin avanzar en su contenido, se pueden llenar páginas, publicar libros, colmar el mundo de palabras, pero eso no indica que haya una unidad narrativa de por medio, o un gran aporte literario y resulta divertido, porque después de todo, toda historia tiene algo de aburrido en el decurso de su existencia, las mejores novelas tienen capítulos sórdidos y pesados que a duras penas los leemos entre bostezos y cabezazos, como la vida misma, por fantástica que esta sea, hay días que provoca no vivirlos y su evocación nos produce malestar.

¿Qué quieres contar realmente? -me digo- y me respondo: -realmente- nada.

Lo que cuento es ficción, es algo que no ha pasado, pero que me está pasando y nunca nadie más sabrá que pasó, salvo que lea esto que escribo y consiga entenderlo, porque he puesto tantas trabas en estos extensos párrafos que ni yo mismo sé ya para donde voy.

Estaba saliendo del Museo de Antropología de Ciudad de México, había sido una larga jornada dedicada especialmente a la sala de Teotihuacán, me detengo al lado de la inmensa fuente dejando que la brisa me acaricie la cara, en una pared al fondo, entre las líneas de agua aparecen las palabras que uso de epígrafe en este texto, las sentí en mi pecho, como si cada palabra no fuera leída, sino tallada en las paredes de mi corazón, se me fue la respiración, sentí un sonido agudo y de repente todo a mi alrededor dio un giro, estaba de cabeza al mundo, cerré los ojos y alargué las manos de manera instintiva para proteger mi cabeza, empecé a caer en el vacío, de repente estaba de pie en lo mas alto de la pirámide del sol en Teotihuacán, divisando la calzada de los muertos, quise entrar en pánico pero una voz dentro de mí me dijo: -salta- y sin tiempo a pensarlo me impulso y ya estoy en la pirámide de la luna, no había una explicación racional, era yo un fluido, no había peso, sabía que tenia cuerpo, no lo veía, ni lo sentía, pero en aquella situación era dueño de mis movimientos.

No espero que me entiendan, pero así era, cuando apenas descendía en la cúspide de la pirámide de la luna, sentí la pulsión y de nuevo doy un salto y regreso a la pirámide del sol.  

Una alegría profunda me invade, y una voz que no es voz, sino un pensamiento dice: soy tu muerte y sonríe, hay que prepararse susurra, morir es un salto, siento como si los pies estuvieran en llamas y me impulso y vuelo,  ahora estoy en el cerro Tonalan, muy lejos de Teotihuacán, pero alcanzo a verme en la punta de la pirámide del sol y en la punta de la pirámide  de la luna, yo soy tres personas y los tres saltamos y nos encontramos en el aire, tres estelas de luz viajando por el valle cayendo o ascendiendo, describiendo formas caleidoscópicas. Mucha seguridad y confianza me asistían, la muerte hablaba y decía: salta, juega, entrena tus pantorrillas, prepara tu corazón, limpia tus pulmones, fortalece tus omoplatos, de allí saldrán las alas que te elevarán en tu vuelo final, pero por ahora juega, salta, diviértete, hasta que sea el momento adecuado no dejes de jugar.

Con un corrientazo frio que me heló la espalda regresé al museo, seguía debajo de la fuente, no solo la brisa me acariciaba la cara, estaba empapado, una mujer a mi lado sonrió, -siga jugando que le luce- y se alejó saltando. Así no más. 

Cierro los ojos para descansar del exceso de luz y al abrirlos de nuevo estoy sentado en una pulquería, sostengo un vaso de pulque de tuna en las manos, a mi lado una mujer con los brazos llenos de tatuajes me extiende su copa y brindamos, cuando chocan los cristales mi mano atraviesa su copa y sigue de largo por su brazo así como cuando se pasa por enfrente de un proyector, retiro rápido mi mano, ella me mira fijamente, mi vaso ahora está vacío, a los pies un perro descansa con su barriga en el piso y me mira, su  lengua es azul y los ojos verdes, miro al perro, el perro mira a la mujer, la mujer me mira, yo recorro con mi mirada a los dos y reparo en mi vaso que ahora está lleno. Al fondo suena Café Tacuba: no me hubieras dejado esa noche, porque esa misma noche encontré un amor...

Las narrativas dan vueltas, la mujer de la pulquería y yo damos vueltas, en una de esas vueltas resultamos en la plaza de mi pueblo conversando y tomando café de esos que cada vez son tan caros que empiezo a extrañar el pulque.  Sigo girando, mi método es atraparlos y mantener su atención para no sentirme solo, por miedo al silencio, al olvido o al abandono, hasta que llegue al lugar de mi quietud.


Carlos Andrés Restrepo Espinosa


sábado, 17 de septiembre de 2022

FANTASMAS



A las cuatro y media de la mañana, instante en que la noche es más oscura, una sombra inmensa avanza por las calles del pueblo, las personas de bien procuran no estar fuera de sus casas en aquél tétrico momento, lo que menos desean es encontrarse con tal aparición.
La corpulenta sombra avanza trastabillando por el empedrado, de sus manos sale una llamarada que refulge en la oscuridad y le ilumina el camino.  Unas inmensas garras se reflejan en la penumbra como aterradoras tenazas dando la impresión de rasgar los cortinajes de las ventanas, tras las cuales los niños se encogen petrificados entre las cobijas, a los que les sorprende despiertos no les deja otra opción que amanecer helados tras hacerse pipí en la cama.

Algunas personas dizque valientes o borrachos que sorprende la madrugada saliendo de algún lugar de lenocinio, han intentado salirle al paso y enfrentar el espectro, pero éste convierte la llama de fuego en un bastón y con un invisible golpe lo descarga sobre la testa del incauto que despierta patitieso con los primeros rayos del sol, tirado sobre un andén.

Su recorrido siempre es el mismo y en el mismo lapso, esa es una característica esencial de los fantasmas, su puntualidad, bueno hay que reconocer que algunos son mas esquivos, dicen que el bulto sabe a quien le sale, pero este, podría decirse es de los más organizados al respecto, muy democrático, a todos les sale, incluso cuentan que de día también se manifiesta y ¡ay! de aquel que se lo encuentre. 
Imperturbable, ni los rezos, ni las mandas hechas por las señoras de la Legión de María le han hecho desistir de su impecable labor de espantar.
Camilo sale de su casa, el tintineo de su llavero va acompasando sus pasos que se mueven con ligereza en la oscuridad, conoce de memoria el camino a fuerza de toda una vida de  recorrerlo en la oquedad de las cuatro de la mañana, siente tal vacío que suele pensar en que es la única persona en pie sobre la tierra, se detiene un instante para apreciar con detenimiento aquel pensamiento, pero el afán le asalta de nuevo, da un fuerte resoplido que hace eco en las callejas y continúa su monótono camino de las madrugadas.

Al acercarse al templo por la puerta del perdón, toma su llavero del cinto con la misma agilidad que Paul Newman tomaba su arma en el último western que vio en el cinema Santamaria a escondidas del párroco; donde este se dé cuenta de tal impureza Camilo podría perder su puesto de vestir santos. 
Le da tres giros a la cadena, las llaves se van ordenando de mayor a menor entre sus dedos, en una suerte de malabarismo que surte efecto porque lo hace sin pensar, es como si el llavero tuviera memoria y se organizara de tal manera que las puertas del templo se abren con la agilidad de un relámpago, de repente las bisagras seden a un leve empujón y en cuestión de segundos las cuatro puertas de acceso están abiertas de par en par.

Se dirige a la sacristía para poner en orden los ornamentos, dispone las vasijas para la celebración, enciende las velas del altar, cambia el agua de los floreros que empiezan a apestar pese a sus radiantes colores, cuando ya tiene todo en su lugar se dirige al campanario, toma en sus manos los lazos y de un tirón saca del sueño al pueblo avisando que la misa está próxima a empezar.

Cuando suena la última campana anunciando primero para misa ordinaria, en la esquina del café Macondo, hace su aparición una espectral figura, Camilo desde el atrio la ve, en lugar de sentir miedo, sonríe, busca la camándula entre el bolsillo, aprieta con el dedo pulgar el rostro del crucifijo y empieza a rezar el padre nuestro, como si esto molestara a la aparición, la llamarada en sus manos se crece fulgurante, de una zancada atraviesa la plaza y se para enfrente del sacristán, siente la presencia helada y sin moverse de su sitio sigue su rezo imperturbable, las veladoras del templo ofrecen una aura santífica detrás de Camilo, quien sigue su rezo ahora en vos alta.  La figura parece cobrar forma humana, la llama de sus manos se apaga, y de su garganta sale una voz áspera de mujer; pero no por ello menos fantasmal, que se suma al rezo.  Camilo imperturbable termina su oración con un ¡Ave María Purísima! Sin pecado concebida -responde la aparición-.

¿Te has dado cuenta de que los dos nacimos para ser fantasmas? -le dice Camilo a la particular mujer que la aurora, deja entrever ataviada en sus excesivos ropajes como una gitana- 
No creo -responde la mujer- nosotros nacimos para ser historia, los fantasmas son todos los que siguen a esta hora dormidos. 

Camilo gruñe, es su forma de respirar, gira sobre sus talones y regresa al templo, la mujer le sigue en silencio con sus rengos pasos, al interior las veladoras ofrecen un cálido abrigo, un olorcillo a parafina perfuma el ambiente y cada uno se va disipando indiferente en sus umbrosas funciones, están tan convencidos de su oficio que parece que estuvieran vivos.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa

domingo, 11 de septiembre de 2022

RONDA DE MADRUGADA


Me decanto a las tres de la mañana, hora en que dicen, se abren los portales de otros mundos y algunos humanos abren los ojos y se desvelan.

Me decanto, me entrego a la disritmia y reorganizo mis progresiones armónicas, vuelvo a la fundamental.  Restituye la primera inversión la agnición de mí humanidad en un nuevo cuerpo.

Me decanto por placer, no por necesidad,  me decanto como hace el vino en caída libre en una copa, me decanto por asuntos físicos, por ajuste de cuentas, por separar mi sangre de sudores y otras mezclas heterogéneas.

Me decanto más por intensidad que por densidad, me decanto a solas, sin ayuda de manos extras, me decanto y me encanto, me asombro y conmuevo, resuelvo lo de santurrón y desnudo reinvento mi canto.

Me decanto a solas, sin testigos, me decanto como hace un beso en caída libre en una boca, me decanto por el místico placer de separar el deber de la necesidad, para volver a conciliar el sueño y despertar en otra cama decantado en otro cuerpo y así alcanzar el olvido.


Carlos Andrés Restrepo Espinosa


sábado, 3 de septiembre de 2022

TE INVENTO

Todo lo que digo es mentira, -tu dirás- falsario corazón urde sus hilos. 

Yo digo que es invención y es muy distante a la mentira, el que miente engaña, el que inventa abre compuertas de otras dimensiones.  -Pura carreta- dirás de nuevo, pero, -si me la pones así-, diré que eres mi mejor invento y no te miento, porque no soy capaz de serle deshonesto a la razón.

Miento en todo lo que digo, pero debes tener en cuenta que hablan por mí las flores negras de ese pasillo que de mí no quieres saber, y el arcoíris de Louis Armstrong que sembré en tu cenit y rechazas tanto como a los duendes que habitan tus ojos. 

Y, sin embargo; danzas y sueltas tu cabello con tu exquisito escepticismo. Me dejas solo la alternativa de mentir, para que te des cuenta de que en verdad eres el motivo de mi canción. 

Carlos Andrés Restrepo Espinosa


MIRAR DE FRENTE

  -No mires con disimulo, mira fijamente - aconseja Gurdjieff a su hija. Desde pequeño escuché decir que los ojos son el espejo del alma, ...