martes, 4 de julio de 2023

ORÍGENES


Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob y Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón y Naasón a Salmón, y de estos Narizón y Orejón dieron origen a la estirpe de la que vendría luego Carlos Andrés Restrepo Espinosa, oriundo de la vereda Estrella Vieja del municipio de Jericó, territorio de nacimiento de su madre Otilia del Socorro Espinosa Vera, hija de Gabriela Vera Sierra y Antonio Espinosa Meza. El abuelo Antonio fue hijo único de Antonio Espinosa (Toño) y de Carmen Emilia Meza y la abuela Gabriela, hija de Zoila Rosa Sierra García y de José María Vera Rojas, Zoila era hija de María de la Paz García y Emilio Sierra hijo de Dionisio Vera y de Buenaventura Rojas. 

De estos dulcísimos entrecruzamientos vinieron muchos hijos (porque les gustaba meterse en la cama desde las cinco de la tarde y había que matar el tiempo mientras llegaba el sueño), todos nacidos y criados en las montañas de Jericó donde sus placentas y ombligos están sembrados entre los cafetales, junto a los enterramientos de sus ancestros en guacas portadoras de volantes de uso y cerámicas de marrón inciso, bajo el frescor del sombrío de naranjos, chachafrutos y guamos. Desde la tierra conectados en la memoria de una finca que el abuelo llamaría La Amapola por los cercos vivos de esta flor que asistía el camino de entrada a la casa principal con su cortejo de olores, que a esta distancia del relato, parece que hablaran. Famosa por su alto contenido de alcaloides que salen de la exudación de su savia a través de incisiones hechas en su fruto, la finca también era famosa por incisiones similares.

También traigo en mí la sangre de Raúl José Restrepo Gómez, el antepenúltimo de seis hombres, tres mujeres y otros seis seres que murieron recién nacidos, hijos de José María Restrepo Bohórquez (Josepe) el barbero del pueblo y María Magdalena Gómez Zapata, ama de casa de oficio, y se dice que hacia los mejores pandequesos de este lado de la galaxia. El abuelo “Josepe” era hijo de Sinforiano Restrepo y Dolores Bohórquez Ramírez y la abuela Magdalena hija de Bernardo Gómez (Bernardino) y Mercedes Zapata. Nacidos en el casco Urbano y conocidos por ser albañiles, artistas y pintores de brocha gorda.

Este linaje familiar construyó los templos y las casas de las colonias nacientes en las montañas del suroeste y adornó con sus dones a tan excelentes grandezas diocesanas quienes con el pasar de los tiempos les hicieron a un lado, como se suele tratar a los artistas, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

En este entretenido - entretejido, yo soy el hijo de Raúl y de Otilia y tengo una hermana a quien amo llamada Natalia Marcela y como somos dizque civilizados nuestras placentas descansan en la húmeda oquedad de una bolsa negra que sigue ardiendo, quien sabe en qué horno del progreso. Los ombligos después de haber estado guardados en el álbum de fotos, junto a un mechón de pelo y las manchas de los piecitos que hacían de huella digital al momento de ser registrados como ciudadanos de este impensable país, fueron plantados junto a un rosal de rosas rojas con muchas espinas como mi apellido. ¡Ah! También tengo un hermano medio, que no suma ni para medio hermano y a quien intento amar por cuestiones de sanación, pero no se deja, así que lanzo una saeta: “Corazón no seas caballo, aprende a tener vergüenza, al que te quiera querer que te quiera y al que no, no le hagas fuerza”.

Y así de manera incisiva me la paso tejiendo palabras para no olvidar mi nascencia, aunque en ocasiones la desmemoria es mi aliada, por ejemplo, no me he casado, no me he procreado o por la gracia de los dioses no lo recuerdo, así es que en mí, hasta ahora no se posterga el apellido y los hijos que no tendré, auguro no se pudran en las cloacas. 

Existen más formas de ser eterno y dejar legados, se me ocurre que debo buscar, al igual que mis ancestros, un gran motivo para irme a la cama desde las cinco de la tarde a matar el tiempo mientras me llega el sueño.


Carlos Andrés Restrepo Espinosa.


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