viernes, 5 de diciembre de 2008
martes, 2 de diciembre de 2008
II ENTRADAS
FLAVITUDES
Del tío Flavio solo tenemos una foto
Una estampa al parecer fue el hombre,
Trasegó los años treinta con su pulóver
Aromando las calles con su colonia Inglesa,
Fue mordido por bocas hambrientas
Y se cuenta que devoró algunas.
Se sabe del hombre -un silencio-
Fue el mayor de los hijos y partió temprano,
El tío se bebió las tardes y naufragó en las noches,
De el sabemos su apellido oscuro
Y su libre costumbre de vivir.
Del tío realmente se sabe todo
Lo que seamos capaces de inventar
Porque los menores de casa
Lo único que heredaron fue su silencio.
Fue el primer hombre en cruzar la frontera del miedo y lo perdió
Fue el primero en acompañar al abuelo en su tumba,
El primero en perderse en la memoria.
Medellín 23 05 ०६
SUSPICACIA TARDÍA
“…Y cuando llevó a la boca la menta de colores, recordó el sabor de los dulces de Mariela y fue tal su emoción que lloró la evocación de los años idos, lloró por las cosas que se fueron y nunca más se volvieron a probar, oler o palpar y ahora en su boca de nuevo el sabor de la niñez, su lengua recorriendo las líneas de colores imaginándole un sabor a cada una.
A su memoria vinieron los dulces que alegraban sus tardes de domingo; el mentón, el rombo, la bolita bogotana, el cigarrillo de nata, los dedos de San Nicolás y las medallitas de chocolate, le desconcertó su desmemoria, la mutación sufrida por su felicidad, el abandono de si mismo y lloró su desolación y la simpleza a la que había llevado su vida, lloró toda la tarde, pero sobre todo lloró por que recordó de momento que su madre era Mariela y que hacia dieciséis años lo había mandado por un bulto de azúcar y jamás había regresado…”
Marzo 1 de 2005
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