jueves, 3 de julio de 2008

OBITUARIO















POEMA DE AUSENCIA PARA DESTERRAR AL OLVIDO

A María Celina Gómez Jaramillo


A punto de estar vivos viajamos transparentes
A pesar de la gente que crece y olvida,
Los luceros persisten en su armonía de luz
Aún en la noche más oscura las luciérnagas chisporrotean su encanto
Señalando que la vida sigue aunque la orquesta se silencie.

Un relámpago de infancias en suma es la vida
Un ahora impredecible, un futuro ansioso y augural.

Los sortilegios llueven al amanecer para abonar
La desesperanza que le entra al alma al despertarnos
Y ver que no estas más entre nosotros amiga de las saetas,
Última sátira del sacramental destino.

Mientras estabas entre nosotros fue eterna la vida, tu enseñanza fue el amor, el servicio y la lealtad, la risa -remedio infalible – nos regalabas con ocurrencias tales que hacían sonrojar a las jerarquías celestiales, mismas que de seguro aplaudían el sano equilibrio entre tu espiritualidad y la franqueza de mortal.

¡Qué carácter residía en tus buenas costumbres...!

Tenias siempre el comentario oportuno, el humor agudo y audaz que reverenciábamos todos, después copiamos y repetimos en otras situaciones donde advertíamos: esto es un dicho “Celinesco”, nos heredó además del buen humor el servicio desinteresado, el desprendimiento de lo material y esa lágrima en el ojo cada que la conmovía algo simplemente hermoso; fue una romántica hasta el fin:

“No se que pasa en mí que cuando escucho
Cantares de magnifica armonía
Siento en mi corazón una alegría
Y me acuerdo de ti

Y cuando al mundo dé mi adiós postrero
Y ya lista emprenda mi camino
No te olvides de mi querido amigo
Y acuérdate de mí.”

(Fragmento del poema acuérdate de mí de MCGJ)


A bordo de esta embarcación que nos lleva por la vida, unos elegimos ser de los que izan la vela, otros de los que limpian la cubierta, deslían los amarres, tiran del remo o llevan el timón, cualquiera sea la labor emprendida se hace bien o el naufragio puede ocurrir aunque demos al impresión de llegar sin novedades a tierra firme, que buen trabajo hace el que silencioso arrima su nave a los puertos sin detener el viaje, sin abortar la empresa del descubrimiento de nuevos mundos, fue Celina descubridora, creadora, emprendedora, evangelizadora, seguidora incansable de Maria la diosa madre, por quien siempre demostró ferviente devoción en su vida y reflejó en sus poemas.

De la Celina enamorada lo que diga son conjeturas, pero cuentan también sus poemas una pasión desbordada por el amor imposible, por lo que no pudo ser, esconden sus palabras el silente tormento de la poetisa que teniéndolo todo en su Jesús Eucaristía lamenta lo implacable de la ausencia del amor idílico mundano y tremendo que se anuda en la garganta:

¿Ya qué podré decir? Que no me amaste,
O si acaso lo hiciste, qué insincero…!
Amistad y algo más, tú me brindaste
Sembrando de ilusiones mí sendero.

Soñaba un ideal el más hermoso
Al comenzar nuestro brillante idilio;
Me robé las miradas de tus ojos
Ojos que son por siempre mi suplicio.

Y no puedo ocultar que te amo tanto
Y que tu imagen para mi es sagrada,
Que en mis pupilas aparece el llanto
Porque no soy tu amiga ni tu amada.

(Fragmento de Vivir de los Recuerdos)


Hasta las Santas han amado o si no ¿Qué sería del siglo de oro español sin la poesía mística y erótica de Teresa de Jesús?, la poesía bucólica, sincera y transparente de Celina refleja una mujer íntegra llena de luminosidad pero muy conciente de su ser mundano pero nunca hipócrita, era una mujer de fe inquebrantable y en ello la nobleza más que obligar replica abnegada reverencia ante su memoria, aunque como ella misma lo profetizo tal vez con el tiempo sólo en los recuerdos nos conservemos vivos:

No sabía que vivir de los recuerdos
Es eficaz antídoto al olvido;
Es un alivio al corazón enfermo
Del anhelado amor ya fugitivo.

(Fragmento de Vivir de los recuerdos)

Muy familiar eso sí, nos levantamos muy próximos a su casa y es que en esta porción del planeta no necesitamos llevar el mismo apellido para ser de la familia, una buena pista es que se llegó a escuchar tan natural que se decía Celina Gómez la hermana del padre Gonzáles y para hacer más asertivo el ejemplo también era la tía de León Bedoya “el negro” primo de Andrés Retrepo quien era casi sobrino ya que también “pelusiaba” desayuno y eventuales almuerzos ya que el negro vivía más en la casa de Celina que en la suya.

Claro que esta práctica de la visita no era costumbre exclusiva de unos cuantos, como decía el señor Rafael Pombo: Es la casa de todos, la del cura; fue la casa de Celina la de todos.

Y allí podíamos encontrarnos sentados con Libia, el padre y nuestra mentada amiga, infinidad de amigos que nunca faltaban en torno a la conversación, los comentarios disparatados de las dos hermanas sobre los personajes de la telenovela, mientras se esperaba el tintico y Libia sacaba “debajo” de la cama un tarro de lata repleto de rosquitas que no daban un brinco.

Un visita me pidió Celina la última vez que la vi asomada en la ventana de su casa, yo iba de salida para Medellín, generalmente estoy de salida, mis visitas a Jericó se han vuelto mas esquivas con el correr del tiempo, prefiero la tranquilidad de mi casa al bullicio de un pueblo que cada vez es menos mío, esta reflexión me la permito porque también es mi autocrítica, entiendo que se pierde el afecto sobre todo cuando lo amado se acaba, cuando las personas que significaban lo importante del regreso de repente ya no están, ¿a qué volver a un pueblo lleno de nostalgias y de ausencias? ahora pienso que también contribuimos un poco con nuestra indiferencia, nos hemos alejado del abrazo, de esa mínima expresión de afecto que es el saludo, nos queda a los vivos no perder esa otra herencia de Celina: saludar; nadie se escapaba a sus buenos deseos, a todos saludaba por el nombre, invitaba a su casa, celebraba la alegría de estar viva en cada encuentro.

Decía que una visita me pidió y nunca se la cumplí, estas palabras son mi respuesta a esa invitación no cumplida, no a ella, sino a su familia y amigos a quienes debo abrazar y agradecer en su nombre, agradecer que fue mi inspiradora en muchas de las facetas que me definen como ser sensible. Yo me levanté escuchándola declamar, actuar; era una excelente actriz, (este pueblo de desmemoriados le debe todavía el reconocimiento como la principal propulsora del sainete, genero teatral desaparecido en la región), humorista, escritora y poetisa, ¿qué más decir? que hasta el final me enseñó que el olvido comienza con el descuido, con la pereza de ir a dar un saludito.

Me asusta la idea de que un día no estaremos aquí, ya vemos morir a las personas que hicieron parte vital de nuestra vida en Jericó, se están yendo y con ellos una estirpe que designó una cultura de respeto, solidaridad y compromiso social; ahora que los nuevos tiempos traen nuevos vicios, lo único que esperamos es que la ingratitud no siga prosperando, que más terrible que la ausencia de un ser querido, es su olvido en plena vida.

Carlos Andrés Restrepo E.

Jericó 2008-06-26



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