domingo, 22 de junio de 2008

RUANA PA´L FRIO QUE DEJA LA INDIFERENCIA



LA RUANA


La ruana es de lana, las ruanas de lana las hacen de las ovejas buenas, es decir de las ovejas vírgenes, de las otras (las impúdicas) yo no sé qué hacen, imagino que nunca llegan a ser ruana, poco valor tendrían en el mercado de los puritanos que es a los que más nos da frío.

Mi ruana es de lana virgen, menos por el hueco de la mitad que es por donde meto la cabeza, yo le quité la virginidad a mi ruana, a cambio ella me cubre además del frío de los malos juicios y ataques de miradas externas, afuera de mi ruana todo es rumor, cuchicheos y despistes, pero solo ella sabe de los asuntos que se urden por debajo de su afelpado abrigo.

Una ruana de lana virgen es calurosa, peluda, tiene unos chucitos que pican cuando está muy nueva, las personas de tierra fría llevan puestas las ruanas todo el tiempo, las señoras hacen destinos, los hombres caminan el campo y los niños juegan al cuspe y saltan charquitos.

La ruana es muy práctica, prácticamente es un atuendo aparatoso, difícil de llevar, quien no tenga experiencia puede verse en problemas con su desplazamiento como quedarse enredado en un chamizo del camino, meter las puntas en el plato de cuchuco de trigo ó más trágico aún atorarse en la punta de una reja del cementerio como le pasó al mono espinosa una noche de rezos de ánimas recostado en un mausoleo; al pararse súbitamente movido por un repentino ataque de pánico su ruana engarzada en la punta ya mencionada se le antojó una mano de muerto halándolo al precipicio de la muerte, con tal suerte que quedó allí profundo hasta el amanecer, eso sí, no helado porque hasta en los momentos más difíciles las ruanas saben hacer bien su trabajo.

Por eso yo que soy muy listo le corte un lado a mi ruana y ahora pueden verme montar en bicicleta, jugar a la pelota, elevar cometas, tomar cerveza, bailar carranga, esquivar espantos y protegerme de los miedos, con mi vulnerada pero linda ruana de tres lados.

Nobsa - Boyacá
29 05 08




1 comentario:

  1. De niño me ponian una ruanita, del tamaño de un niño, y salia a misa y guardaba debajo una arepa redonda repleta de mantequilla que iba comiendo a pellizcos, mientras los grandes cerraban los ojos penitentes y hambrientos.

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