domingo, 22 de junio de 2008

CARRANGA PA´L ALMA

LA CARRANGA

Tiene una pronuncia extraña para tan amoroso gesto, hace tiempo dejó de ser podredumbre para volverse verso, la muy coqueta tiene sus orígenes en lo más rural del cuento, el oficio ajeno al menester musical, digamos que unos eran los que trocaban cantas y otros los que, ya muerto el semoviente o a punto de, arriaban los hedores de la barranca al Valhala de los cuadrúpedos ó frigorífico que llaman en esas tierras.

Los carrangueros dignificaron el nombre mas no el oficio, aunque hay quien todavía asegura que ningún trabajo es deshonra; hoy día carranguero es el que canta, toca y baila rumbitas y merengues, del que lleva la vaca muerta al hombro no se conoce nombre nuevo, lo más seguro es que de seguir el oficio aún hacen uso del viejo.

A un señor Jorge, vecino de la parroquia de Ráquira, se le ocurrió el nombre para su grupo y desde entonces la carranga dejó de ser vaca muerta para volverse música viva, si cometo errores de imprecisión pido disculpas, no soy historiador, pero me atrae el oficio del carranguero.

Suena el requinto canturreos, la guitarra chicanea sus asombrosos bajos, el tiple brilla en su esplendor de armónicos y la guacharaca invita al baile así no más, sin mucho pretender rasca hasta el alma y la pone a bailar.

Con la ruana al hombro para boliar la pata, los bailarines se ven desde lejos con un brincadito de lado a lado que pareciera que están levitando, se me antoja la teoría que mientras suena la carranga la tierra pierde su gravedad y gracias a la ruana y a las cantidades considerables de chicha consumidas, el cuerpo no se eleva del totazo y apenas logra sostenerse en tierra.

De la fiesta ni hablar, me quedo corto, las palabras sólo alcanzan para describir, pero ¿qué hacemos con la emoción? de esa saben pocos, el contagio es la misión, estar postrado en cama con un brote de alegría por todo el cuerpo es lo que queda después de una tarde de plaza con longaniza de Sutamerchán, harta chicha o una botella de sabajón de feijoa de Tibasosa recorriendo las venas y por supuesto la música carranguera rondándolo todo.

La carranga es más que una joya de la música colombiana como le suelen decir, es una exclamación de libertad del pensamiento de colombianos desde lo rural hasta lo urbano, no es excluyente, todos la pueden tener, hacer, poseer; pero no cualquiera entiende su poder, la fuerza que en sí misma contiene, no le hace falta que le controlen su sello de distinción, ella solita se defiende de los negociantes, de los ociosos de la des-armonía, de los inquisidores de la forma, de la abyección sonora.

Ven qué digo, es la emoción, antes de que yo viniera ella estaba aquí y cuando parta se quedará para seguirle alegrando la vida a otros, yo me llevaré su alborozado zurrungueo, el encanto de las melodías sobrias y sencillas, sus letras que describen paisajes con gallinas saraviadas, compadres laboriosos, almas de barro, quebraditas que surcan un monte poblado de mujeres con nombre de flor, amores de tierra fría y esa inocencia de cachetes colorados que ni la vejez alcanza para disimular.

2008-06-10

3 comentarios:

  1. Oiste vos, una despuès de leer ese engalanado derroche de prosa poética que va a escribir. Qué pena.

    Gracias por este ratico de dicha, recuerdos y risas.

    Un abrazo
    Matilde

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  2. Bueno en la dicha de la palabra nos encontramos y el abrazo se extiende hasta la cotidiana vida...

    Risas en continuado...

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  3. Sumercé, que hermoso este texto... Estoy emocionada, con la lágrima en el ojo y una sonrisota en la churumbela. Un abrazote, Claudia Isabel.

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