lunes, 29 de septiembre de 2008

PERPLEJIDADES


REACCIÓN PRIMERA

De la vida, se las mieles que brotan del pecho del amor clandestino y pasajero, yo te amo es el conjuro que todo lo puede y todo lo destruye, no he conocido peor palabra que la que te sentencia a no ser tu mismo.

Un coro angelical siempre resuena detrás de las imágenes más aterradoras en las películas de guerra, me pregunto: ¿que coro asiste esta frágil noche en que me desbordo en el vino y la discontinuidad de mi desazón?

Mis actos del presente, esos que juré me definían, no han hecho mas que despertar sospechas, ¿qué realmente de mí llega al otro incesante espectador de mis consecuencias?

¿Quién andará por mis atajos pretendiendo adelantarse a mis recaídas y despropósitos? siento una vez más que no estoy diseñando para la fe pero sigo escribiendo mi futuro con tinta de lágrimas ajenas.

Pequeña devoción mía…
El abandono es como una canción en francés,
Que no la entiendas no quiere decir
Que no sea hermosa.

Déjate de una vez por todas de consolarme a medias, desaparece en la vespertina proeza de sol que me enceguece, inunda de desconfianza estas manos que creen que todo es asible y perenne y con sabor a mandarina.

Mi amigo sigue estando demasiado lejos de mi necesidad y la mujer pretendida demasiado cerca de mi abismo solariego.
Nada es mío, todo heredado; algunas resacas propias y tal vez uno que otro vértigo, lo demás solo sofisma, (perdón por la honestidad a tan mala hora y justo en invierno) y perdón por el exceso de melancolía.

Nunca podremos ser nuevos, el lastre de lo que fuimos siempre estará presente por el resto de nuestra vida, aunque aparezcan nuevos conceptos, aunque vayamos de un lugar a otro en un carruaje lujosamente equipado, aunque cambiemos el rostro y el mejor poeta diga que fue un verso nuestra experiencia.

Seguiremos siendo lo que fuimos aunque nos pasemos la vida pretendiendo cambiarlo.

Aceptarnos puede ser un camino, pero casi no hay flores a la vera, concentrarnos en el ahora es un método infalible pero todos insisten en lo que fue y ante ese poderoso que se enaltece como si nada pisoteando hasta la mas noble de nuestra buena voluntad no hay nada que hacer, suele pasar que ni guardar silencio es empresa vana.

El pesimismo entonces es un buen camino, por lo menos no queda de que más aferrarse, no quedan pretextos para creerse más ni menos de lo que se es.

Es bueno una que otra vez no creerse el cuento de que todo puede estar mejor…
Eso vale bastante y a veces no alcanza la vida para pagar el precio justo.


Carlos Andrés Restrepo E.
2008-01-24

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