sábado, 27 de septiembre de 2008

AVENIDA 11 DE MAYO




AUGURIO



Suba usted mismo y vea como es la casa, si tanto le interesa, no envíe a otra persona, esas sensaciones solo deben ser responsabilidad suya, nadie por uno advierte la humedad en el zarzo, las paredes carcomidas por la energía de los últimos fantasmas fustigados por el padrecito Gonzáles, el bullicio de la hojalatería en la planta baja y sus enarmónicos con el timbre de la casa, la luz que da en el lugar donde usted quiere estar siempre en penumbra y en fin todos esos “requeñeques” que a la vuelta de sus treinta años ni yo que soy su mamá a acabado de entenderlos menos ahora que mi interés es verlo libre de usted mismo sin la pretensión de antaño de verlo asido a mis prerrogativas de madre consumada de verdades.

Usted sabe mijo que las madres son las que mas se equivocan y mienten en aras de nunca perder su solemne poder sobre los hijos aunque lentamente se dispersan cuando los ojos aprenden que las distancias apaciguan y los abandonos renuevan el alma; ser madre no es ningún milagro sino un destino de la naturaleza algunas perecemos en la empresa otras como yo tratamos de liberarnos de esa rutina circense del consejo y del camino del bien.
Vaya pues y enfrente la vida que yo no viviré en su casa ni seré más su hogar en adelante, ni mis brazos serán al armazón de su existencia, en mí seguirá encontrando la palabra, el feliz encuentro con las imágenes que desde niño he recreado para que usted afirme sus universos propios, pero no espere compasión, ni bebidas calientes, ni pañitos en la frente, ya usted es grande y de su cuerpo sabrá dar cuenta por si mismo, ante los males del amor y los rezagos que deja una mujer cuando pasa por el cuerpo no hay poción de madre ni ungüento de abuela que lo sane, alíviese usted mismo ya que se buscó la enfermedad, yo también soy mujer y fui frugal a mi debido tiempo, ahora se que todos manipulamos, engañamos y prometemos y nos dejamos prometer que es lo más grave, nada que nos ocurra no habrá pasado antes por nuestra aprobación, en cambio si existe el olvido ó peor aún la falta de memoria que no siendo los mismos acaban por volvernos igual.


Yo no le extraño, aunque me gusta verlo llegar a mi casa en los veranos y verlo dormir hasta consumar el cansancio de sus vidas personales que no quiero imaginar ni examinar y mucho menos que se moleste en contarlas; con verle a los ojos tengo y aún así sabe que mi visión del mundo es distinta a la suya y que una sola palabra bastaría para causar mas averías en su nueva y a veces difusa manera de entender las cosas sobre todo desde que se ocupa en comprender el mundo como si fuera un juego de mesa y no vivirlo como imagino debe ser, pero hasta en eso hallo abismales diferencias con usted.

La luna que iluminaba el corredor de la casa cuando salía en las noches a orinar lleno de miedos mientras yo le acompañaba desde el umbral de la puerta; es la misma luna de la que ahora se sirve para envolver, atrapar y seducir en las noches que aseguro no le traen el mas mínimo temor y en las que sin puertas y umbrales consuma sus necesidades con el placer de siempre para luego ir a la cama ahora con la sentencia de ser necio, poco romántico e igual a los del montón.

Usted no es el mejor, por que nunca yo fui la mejor; para esos tiempos otros eran los que estaban ocupados en estar por encima, usted en cambio vivió con lo poco y eso era mucho; tuvo lo que necesitaba y eso es suficiente riqueza, siempre estuvo a la altura de si mismo mientras los demás se estaban comparando con los demás.

Suba pues, no me haga hablar que doy la sensación de ser un redoblante que redobla quejumbroso antes de que el hombre se lance al vacío, ahora su vida es suya como siempre ha sido ó ambicionó que fuera, terca de mí estoy aquí apresurándole en su camino y usted con los respectivos miedos que la velocidad inflige…
Vaya pues y salte al feliz vértigo que el vacío de la vida nos regala como certidumbre de estar vivos.

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