lunes, 19 de diciembre de 2022

TIEMPO DE CELEBRAR


Tiempo de celebrar son todos los tiempos, celebramos la vida cantando feliz cumpleaños, como si se tratara de ser felices exclusivamente, al culminar el año deseamos feliz año, el conjuro parece ser la felicidad, pero ¿Somos felices?, ¿Qué ocultamos tras tanto ruido pirotécnico?, tanto jolgorio, tanta lucerna, tanta francachela?, ¿Acaso un poco de insatisfacción por otro año inútil perdido entre el cumplimiento del deber y la lista de proyectos que una vez más quedaron en el papel?

Tiempo de celebrar. El espíritu de la navidad tiene la fuerza suficiente para enajenar o para centrarnos, hay que elegir, yo por ejemplo canto villancicos y me pongo gorrito y convoco coros de colores y me lleno de cantos y de encantos, la última vez canté en la iglesia de Támesis a la salida de misa de doce y ni el cura nos paño en dos tusas (como dicen en otro pueblo cercano, donde tampoco dan ganas ya de cantar, ni de encantar), pero cantamos en medio de la lluvia en las carpas de un bazar y feriamos los villancicos, cada vez me convenzo más de que el espíritu navideño no entra en los templos.

La celebración se volvió un asunto institucional, tanto como la felicidad una necesidad pública, si no eres feliz eres declarado objetivo de la fluoxetina; de diez personas a mi alrededor siete están medicadas, es decir están cumpliendo con la responsabilidad pública de ser felices, porque ha de saberse que estar melancólico o triste no está bien visto, los pensamientos molestos hay que hacerlos desaparecer, así con la lucidez aterida y la conciencia adormecida celebramos la fortuna de vivir en el mejor lugar del mundo: la somnolencia. 

Tiempo de estar en familia, de comer en abundancia, de hacer ruido, de no dormir ni dejar dormir, de entregarnos a los placeres del colesterol, de hacer natilla para regalar la mitad a los vecinos, de olvidar las quejas, de visitar los alumbrados costosísimos que pagaremos el próximo año en las facturas de servicios públicos porque tanta dicha no es al gratín, tiempo de amordazar al Grinch y fingir un poco, porque el que no baila no goza y el que no goza no come.

Tiempo de dichas sin par, tiempo descontado porque diciembre es el mes más corto, el más caro, el más oscuro, el que nos arruina, el que nos aturde, bendito mes en que ser paganos está bien visto hasta por los dueños de la cruz y sus consecuencias.

Tiempo de permitirnos la reflexión así eso nos lleve a descreer, a mitigar tanta ilusión que nos condena a repetirnos, el nuevo año no existe si no hay cierta labor íntima en hacerlo distinto, sin afán de pontificar (aunque parece que eso hago), les deseo a aquellos que por ociosidad o curiosidad me están leyendo, una vislumbre mejor en el calendario que se renovará. Qué el miedo de paso a la dichosa incertidumbre que nos regala la vida, el deleite de no saber si seguiremos vivos, si tendremos trabajo, si llegaremos a ser alguien, si el amor llegará a la puerta, si nos ganaremos ahora si la lotería, les deseo la tranquilidad de entender que el caos es maestro de todo y que el orden no es más que una doctrina que hace creer que el mundo funciona, cuando en realidad lo estamos volviendo pedazos.

Tiempo magnífico para volvernos conscientes de la caída, del vértigo feroz que nos consume, tiempo de expandirnos en la explosión multicolor de luz y fundirnos en la infinita noche y ser de una buena vez, parte total del destino de las estrellas.

CARLOS ANDRÉS RESTREPO ESPINOSA


3 comentarios:

  1. Gracias por tu escritura. Que vengan tiempos tranquilos

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  2. Andrés Muchas gracias por este regalo de Navidad

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  3. Es dificil comprender tanta elocuencia en medio de palabras que parecen desprenderse de una locura incurable. Gracias Andres por tu mensaje y ojalá tanto silencio signifique que tus palabras llevaron a la más profunda reflexión.

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