Me conocí con un señor Bernardo
Echavarría por intermedio de Corantioquia. Empezó encargándome semillas de los
montes nativos de Jericó para su vivero, con lista en mano de las especies, me
adentraba en los montes y ellos me fueron enseñando, aprendí a conversar con
los duendes para que no me envolataran, el monte me fue revelando sus
secretos, sus criaturas y divinidades se volvieron mis amigas y en sagrado
respeto me fui volviendo uno con ellos, ya no era un advenedizo visitante, por
mi espalda se deslizaban las serpientes
“juetiadoras”, mis pasos entre la hojarasca ocurrían como el canturreo
de las mirlas, el aleteo de aves silentes o el siseo del cusumbo que olisquea
entre las raíces los hongos mágicos que enlazan con el micelio, infinitas
conexiones neuronales del subsuelo, tanto como los místicos viajes de la nave
Discovery en su último viaje a las estrellas.
El vivero “Tierra negra” investigó
sobre mi procedimiento en las montañas, supo de mis saberes y me
invitaron a trabajar para ellos recolectando semillas, lo hice por un tiempo
hasta que un día decidí no ser su jornalero, desde entonces yo mismo siembro
las semillas y vendo los árboles.
Al conocimiento ofrecido por la naturaleza
misma, vino el de los libros, llegaron enciclopedias, documentos, manuales y
manuscritos en los que aprendí de botánica y así relacioné mi conocimiento
empírico con datos científicos, producto de investigaciones y de aportes hechos
por profesores de universidades que me buscaban para que les sirviera de guía
en sus salidas de campo con grupos de estudiantes.
Este pueblo es uno de los más ricos en
montecillos, en sotobosque, donde están perfiladas las últimas especies
endémicas, en cualquier rinconcito hay un universo de vida en floración y yo
conozco todas esas trochas donde habitan la Calatola, los Yolombos panopsis (extremadamente
escasos, casi que en peligro de extinción), los cedros, los magnolios, los
cominos, el gallinazo, los guanábanos de monte; de los cuales en nuestro
contorno montañoso apenas quedan cuatro o cinco árboles, los viejos
acabaron con el monte, además de maderables, los árboles son de control
biológico, atractores de aves, de especies y animales silvestres, pero eso no
le importa a nadie, hay mucha indolencia y cada día el monte se muere sin
remedio.
En ocasiones yo soy un árbol,
conectado a la tierra mi savia me advierte de los ciclos, sé cuándo estoy en
floración, en que época mis semillas salen a danzar con el viento o se esparcen
en los picos de las aves, en muchas ocasiones mis caminadas por las diferentes
montañas las hago en la quietud de mis pensamientos, recuerdo muy bien el día en
que fui un Roble, estuve contemplando cómo una familia de loros festejaba entre
mis frondas el nacimiento de sus polluelos, otra vez fui un Yarumo y conversaba
con la sabiduría de mis cabellos de plata, con las gotas de agua atrapadas
entre mis grietas.
En el patio de mi casa, que es muy
particular, tengo trescientos Cominos creciendo, paciente espero para hacer la
recolección dentro de dos años de las próximas semillas, porque cada cuatro
años es su floración.
En las glaciaciones fuimos bosques
montañosos, donde habitaron todo tipo de animales silvestres, ellos fueron los
promotores de esparcir las semillas y crear el fecundo sotobosque, hasta que un
día llegaron los hombres y talaron, sacaron los árboles transformados en
maderos y convirtieron el monte en potreros. Quedaron muy pocos montecillos en las partes
altas, donde se esconden los mecafis, el Garrapato cargadero, el Carga agua, el
Barcino negro, la Cedrela montana una especie botánica de fanerógama de la familia de las
meliáceas y también su pariente la Cedrela odorata. Por eso hay que caminar, hacer grandes
recorridos para poder encontrarlos y esa es mi labor, desde muy niño he
recorrido las montañas inicialmente de manera recreativa y con el paso del tiempo
con mirada científica.
La gente cuando visita el monte no
sabe mirar, no reconoce los árboles, no mira el piso donde la hojarasca esconde
las semillas, pasan arrasando, quebrando ramas, cortando con machete para
abrirse camino, ignorando que las plantas trepadoras se ocupan de atraer la luz
para que las plantas crezcan rápido en los bosques oscuros dónde hay mucho
conjunto de vegetación. Cuando se corta un bejuco repercute en un daño terrible,
porque un bejuco hace un gran recorrido y con su ausencia se seca una parte
considerable del bosque, además son promotores de mucha agua, los canasteros
fueron personas muy dañinas, pero las artesanías son un buen negocio, imagine
por un momento un solo canasto cuanto daño ambiental implicó.
Los duendes me ayudan con la
recolección de semillas, me hice amigo de ellos, no entro al monte con machete,
les llevo bocadillo de guayaba, se los dejo engarzado en las ramas y ellos me
tiran semillas y me ayudan a sacudir, se ríen, conversan entre sí, yo los
escucho, pero no se dejan ver, se saben mi nombre, pero como somos tan
familiares me dicen ciiissssco.
Volcán colorado es uno de los montes
más ricos en especies, es un campo santuario y está habitado por duendes. Además de recolectar semillas, bajo costales
llenos de basura que la gente deja en sus paseos o los soldados a su glorioso
paso, no me gusta ver basura en la montaña, ese creo que es el oficio más
importante que yo hago.
Entre el Retiro y la Tenería una vez
me encontré un esqueleto humano, con un “huequecillo minúsculo en las sienes”,
por el que asomaba una amanita muscaria, pero esa es otra historia y me
reservaré el derecho de contarla.
Por ahora no he vuelto al monte, la
vida me aquietó, añoro volver a mis largas caminadas por las montañas de mi
amado pueblo. Por lo pronto imagino. No estoy muy seguro si soy un hombre
soñando que es un árbol o un árbol que sueña ser un hombre, sé que en mi
silencio se posan las aves y un rumor de semillas sacude mi memoria, sonrío y
se estremecen las ramas de mi abrazo.
Carlos Andrés Restrepo Espinosa
Qué descripción tan real de la vida de Francisco
ResponderEliminarHombres como tan amante de la naturaleza es difícil conseguir
Se me nos fue una gran persona
Dios te la tenga en su eterna gloria