¿Acaso nos movemos? ¿Hace cuánto no bailamos?
¿Nos mecemos? ¿Cómo vamos a lograr estar a la deriva si el cybernete está
estático? ¿Cómo suponer un futuro si el presente no tiene el vaivén del
equilibrista?
Al comienzo estaban los griegos y su
forma de nombrar las cosas, Kubernao era el término utilizado para comandar un
barco y kybernetes era el timonel, al pasar esta palabra al latín quedaría cybernetes
y en el argot de los marinos más vulgares se adaptaría el termino kubernao en
gobierno, dando origen a la palabra gobernar.
Kubernetica para Platón era la
habilidad para conducir o manejar. En los tiempos que corren el matemático norteamericano
Norbert Wiener reinventó la palabra cibernética para indicar la teoría de
control y comunicación, ya sea en un organismo vivo o en una máquina, algo así
como la ciencia del gobierno o autogobierno en los organismos vivos y del
autocontrol operativo en las maquinas.
El término cibernética empezó a
asociarse con robots y con la internet y su segura explicación la hallará el
inquieto lector que ahonde más en el tema, por lo pronto, diré que es en el término
ciberespacio que inicia el concepto, lugar donde seguimos explorando, jugando y
aprendiendo, en el acto de compartir información, de desplazarnos cual cybernetes
en aquel inmenso océano informático.
Un niño sueña de grande ser el mayor de su pueblo y cuando lo consigue no hace nada, porque su rumbo nunca fue coherente con su viaje infantil de llegar a la luna. Lo que constituye el futuro no es más que el presente y el presente cambia cada instante, así que lo que permite mantenerse en el cauce es conservar la incertidumbre sabiendo que en el transcurrir del viaje el vaivén es lo que nos mantiene en curso. El biólogo y epistemólogo chileno Humberto Maturana, nos invita a esta reflexión cuando nos pregunta que tan dispuestos estamos a la convivencia, a acometer el acto pedagógico de hacer posible al otro a través de un amor sin expectativas, sin reclamos, sin prevenciones, dejando el espacio para el aprendizaje y el feliz encuentro en la confianza, empero, ¿Si estamos siendo honestos cuando politizados volvemos promesas las responsabilidades éticas y en consignas la veracidad del compromiso?
Un niño sueña de grande ser el mayor de su pueblo y cuando lo consigue no hace nada, porque su rumbo nunca fue coherente con su viaje infantil de llegar a la luna. Lo que constituye el futuro no es más que el presente y el presente cambia cada instante, así que lo que permite mantenerse en el cauce es conservar la incertidumbre sabiendo que en el transcurrir del viaje el vaivén es lo que nos mantiene en curso. El biólogo y epistemólogo chileno Humberto Maturana, nos invita a esta reflexión cuando nos pregunta que tan dispuestos estamos a la convivencia, a acometer el acto pedagógico de hacer posible al otro a través de un amor sin expectativas, sin reclamos, sin prevenciones, dejando el espacio para el aprendizaje y el feliz encuentro en la confianza, empero, ¿Si estamos siendo honestos cuando politizados volvemos promesas las responsabilidades éticas y en consignas la veracidad del compromiso?
Por razones biológicas nacemos confiando
en el entorno que nos recibe, crecemos creyendo en lo que nos dicen y convertidos
luego en sujetos culturales empezamos a elegir al que promete el cambio, cuando
lo primero que sabemos que pasará es que todo seguirá igual, porque si
cambiamos entonces el entorno se nos puede tornar hostil; aquel que piensa que
el cambio está en poder de una persona, esta asumiendo una postura bastante
ingenua y no muy alejada de la idiotez, lo sensato es pensar en qué debemos
conservar cada vez que queremos un cambio.
El candidato baila para simpatizar, pero se nota a leguas su arritmia, no baila bien porque no está en su cauce, no sabe ir a la deriva porque no sabe que tensar y aflojar son el misterio que hacen que la flecha impacte en el ave invisible y distante del cambio que promete y que nunca conseguirá.
De niños nos mecen, de grandes bailamos, nos estremece el viento, nos estruja la caída constante y la capacidad de seguir inventando pasos para mantenernos en el camino y de viejos trastabillamos hasta encontrar una mecedora que nos permita el engaño del movimiento mientras estemos estáticos.
Entonces, ¿Si la vida es movimiento que hacemos tan estáticos? ¿Cuántas horas rendidas ante aquel que sabemos que ni baila, que suena más de lo que truena, que taimado engaña y profiere cambios en la quietud de su matufia?
El candidato baila para simpatizar, pero se nota a leguas su arritmia, no baila bien porque no está en su cauce, no sabe ir a la deriva porque no sabe que tensar y aflojar son el misterio que hacen que la flecha impacte en el ave invisible y distante del cambio que promete y que nunca conseguirá.
De niños nos mecen, de grandes bailamos, nos estremece el viento, nos estruja la caída constante y la capacidad de seguir inventando pasos para mantenernos en el camino y de viejos trastabillamos hasta encontrar una mecedora que nos permita el engaño del movimiento mientras estemos estáticos.
Entonces, ¿Si la vida es movimiento que hacemos tan estáticos? ¿Cuántas horas rendidas ante aquel que sabemos que ni baila, que suena más de lo que truena, que taimado engaña y profiere cambios en la quietud de su matufia?
Un hombre en su ocaso ya no sueña,
delira, aquel delirio se aferra al cybernete y muy tarde comprende que gobernar
no es tomar el poder sino sentir el placer del timón en sus brazos, sintiendo
el vaivén, la lucidez que da saber que el rumbo se mantiene en la constante
inestabilidad.
CODA
Cuando yo sea viejo y habite mis lóbregos
cuarteles de invierno junto al poeta uruguayo, sabrás que ya no me importa que
creas en mí y que, en lugar de voto, lo que ofrezco es un exvoto a la virgen
ingente que se toma una cerveza en una callejuela de Coyoacán, místico lugar
donde ahora empino el porrón y mastico un puñado de chapulines que parecen
escapar de mi mano, pero de nada les sirve tal hazaña, igual ya están muertos.
Hace tiempo perdimos el norte, ya no hay salto posible que nos salve del rumbo
fijo que nos condena al estruendo final.
CARLOS ANDRÉS RESTREPO ESPINOSA
www.andrescanta.blogspot.com
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