viernes, 6 de mayo de 2022

DULCES SUEÑOS


 

¡Cómo te parece que aquella se está acostando con aquél!, -la hija de Virgelina ha dormido con muchos hombres-, -El que con niños se acuesta…amanece mojado-. ¡Que sueñes con los angelitos!

 

Inicio con esas frases para introducir un tema que por puro divertimento tuve hace poco con una amiga que solía confiar en mí sus sueños y que, por supuesto yo le confié los míos.  Los homos sapiens, cambiamos el estado de alerta por la confianza, y el refrán de seguro mato a confiado, ya no sirve de mucho, porque suele aparecer cuando ya no se usa, como regalarle a un calvo un champú para la caída del cabello.

Después del amor, se giró sobre su costado derecho y acercó su cuerpo al mío, encajó perfecto y como si faltara un último ajuste resbaló su pantorrilla y con su pie de hobbit buscó contacto con el mío quedando como los de un crucificado.

Mi respiración queda pegada a su cuello y su cabello fastidia de manera grata en mi frente, suele pasar en estos estados que la incomodidad es todo un placer.

 Toma mi mano y me arrastra a un abrazo protector, el antebrazo descansa en su torso y la mano va a reposar justo sobre su pecho cálido y siento el tambor de su corazón ascendiendo y descendiendo, con voz melosa me dice: “Dulces sueños” y se entrega en la confianza absoluta, dejando a mi merced su frágil humanidad.

 No pegué el ojo, me quedé pensando en la responsabilidad que estaba teniendo en ese momento, era yo el guardián del sueño de aquella mujer que se alojaba en cucharita entre el cuenco de mi cuerpo y la vaporosa configuración de alma que me he inventado para sentirme bueno.

 La forma de dormir de las nutrias de mar es, quizás, una de las más bonitas del reino animal. Cuando se van a dormir, los ejemplares de esta especie suelen darse la mano para que mientras duerman no se separen de su compañero y así no amanecer solos. Allí estaba yo como una nutria, pero despierto, pensando en asuntos románticos y evolutivos… evoco a Mario Benedetti, en mi caso los grandes temas se quedan despiertos conmigo mientras ella duerme el sueño que mis temas y yo, no.

Le entregamos la fragilidad al otro al cerrar los ojos en la confianza de que no nos va a devorar mientras estemos dormidos, es la expresión más honesta de amor, ¿cuántas veces hemos deshonrado semejante ritual, entregando nuestro sueño a las hienas o a cualquier ave de rapiña, que sin dudarlo aprovecharía para clavar sus zarpas en la yugular de nuestra existencia?

Las jirafas no alcanzan un sueño profundo mientras duermen. Debido a su gran tamaño y lentitud, suelen dormir tres horas, despertándose varias veces a lo largo de la noche por una cuestión de supervivencia.

El insomnio podría ser cuestión de conservación, algún rezago evolutivo que de repente se activa, pero como ya dormimos en el confort de una habitación y no en la sabana africana, esa energía contenida para escapar se queda confinada en vueltas insustanciales en la cama en procura de que el sueño regrese.

Empiezo a sentir calambre en mi brazo, lentamente lo deslizo a fin de no despertar a mi amiga y me giro y como si fuera una rutina memorizada por los cuerpos, ella me sigue y ahora soy yo quien queda acurrucado bajo su mediano abrazo protector (la abarcadura de sus brazos no cubre la totalidad de mi humanidad).  En aquella posición, cierro los ojos, respiro y me entrego a mis dulces sueños.

Y allí estamos los dos en ese al que decido llamar: “un gran salto de la civilización”, o “una gran estupidez del amor”, los dos dormidos, confiados uno en el otro, sin guardia, sin insomnio, sin contar ovejas, sin sombras moviéndose entre los arbustos, sin jerarquías, sin purezas, habitando la indefensión con un estoicismo tal que dan ganas de aplaudir a la especie humana, pero estamos demasiado dormidos para hacerlo, juntos soñamos que al despertar estaremos ahí para darnos los buenos días.

Dulces sueños nos permiten la buena voluntad del otro, su tranquilidad, su dulzura, su honestidad, dulces sueños porque somos los descendientes de una Lucy en el cielo con diamantes, dulces sueños porque confiamos en que al despertar sigamos siendo civilizados y estemos todavía vivos, entrecruzados en el genuino deseo, con las piernas anudadas, húmedos, ardorosos y baldíos, unciosos y augurales como profetizó el insomne Porfirio, pero sobre todo vivos.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa


CODA

Soñar con los angelitos, es una expresión mexicana y hace referencia a «Los Angelitos», sanguinarios hijos del temido Ángel Guajardo que sembraban el terror en la zona de Chinameca. Por aquel entonces «que sueñes con Los Angelitos» era una de las amenazas más crueles que se podían hacer a una persona, y normalmente el amenazado recibía pocos días después la funesta visita de «Los Angelitos», de los que ni siquiera se ha conservado su verdadero nombre. Sólo después de la revolución encabezada por Pancho Villa, en la que «Los Angelitos» fueron linchados por el pueblo, la expresión comenzó a utilizarse como signo de victoria y como sinónimo de «dulces sueños»: «que sueñes con Los Angelitos (que ahora están muertos)». Del blog Emitologías.

 

 


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