SER O NO SER
Ser o no ser, pero en casa, ya es hora
de ir dejando de lado la gazmoñería y asumir que estamos grandecitos y lo
suficiente postmodernos para entenderlo ¿Que nos controla? Si, desde siempre
¿Que nos implantan virus y otras matufias? Pero por supuesto, y ¿Qué hemos
hecho? Nada, seguir eligiendo de manera incorrecta, comprando marcas
extranjeras mientras el producto de nuestros campesinos se pudre y a los pocos
que les compran deben dejarlo en consignación, con el riesgo que esto implica. ¿Qué es muy duro estar en casa? Puede ser,
pero es más duro que los mismos dirigentes que auspician a empresas extranjeras
a que vengan y contaminen el agua de nuestros ríos y quebradas buscando oro,
ahora estén de adalides de nuestra salud y bienestar, tratando de encerrarnos,
mientras ellos se pasean por las calles libres de los flujos contaminantes que
producen esos seres humanos de menor cuantía que somos todos los de ruana ¿Desde
cuándo les empezó a preocupar nuestra salud? Desde nunca, lo único que quieren
es tener control de nuestros cuerpos, desde la imposición de la limpieza que
viene desde los tiempos de la plaga, a la irrupción en la vida sexual, el
cuerpo atormentado por el pecado, doblegado y sometido al castigo, en prisión,
el cuerpo que se debe ocultar, el cuerpo
aislado y torturado; no son más que las formas en que los poderosos han tenido
el control para que nuestros mocos no les lleguen a ellos cuyas flemas son
divinizadas y perfumadas con Shumukh de Spirit de Dubai y cubiertas con pañuelos de seda de Stuart
Hughes. Para corroborar lo que digo les
ofrezco leer a Michel Foucault, que debe estar revolcándose en su tumba en este
momento.
Ser o no ser, pero no vivir en el
engaño, hasta un punto es pertinente el cuidado de sí, pero no por la
contingencia sino de tiempo completo y que el estado también cuiden de nosotros
no solo en la conminación voluntario-obligatoria al encierro, también con políticas de sanidad en lo público. La última vez que
ingresé al metro olía a producto antiséptico, se respiraba un aire de hospital,
no está mal para un medio masivo de transporte y ¿Por qué no era así antes? Todo
el tiempo viajamos compartiendo gérmenes y bacterias, en eso consiste nuestra biología
y ¿Seguirán ofreciendo jabón y desinfectante en las universidades públicas
cuando este miedo planetario pase?
HE AHÍ EL DILEMA
Ser o no ser, pero no apeste a otros,
así no tengas nada que contagiar y además de lidiar con el peso de lo
cotidiano, con la manera fatídica en que los noticieros farandulean la
información, se deben entregar informes, como este que ahora me ocupa sin los
suficientes insumos para dar cuenta de un proceso, ya sea porque nuestro país
vive constantemente una crisis que se ve reflejada en la universidad que es el
escenario más fehaciente del intríngulis del sistema educativo colombiano,
afectando con sus coletazos políticos y sociales el proceso de formación para
el cual fuimos contratados, o porque en el mundo se ha decretado que debemos
guardar cuarentena porque un virus nos puede matar, como si la muerte no se
escabullera debajo de la puerta y no supiera volar y entrar hábilmente por las
celosías de las ventanas, desde las que parapetados esperamos a que se muera el
vecino, pero nosotros no.
Vete a la casa, no pongas en riesgo
nuestra salud, ni la de los demás, llénate de miedo, ni se te ocurra salir a la calle porque te
pueden arrestar, pero eso si no se te pase por la cabeza ocupar ese tiempo que
de alguna manera te está devolviendo la vida para que compartas con tu familia,
o lo ocupes leyendo, escribiendo, haciendo ejercicio, regalándote la
oportunidad para la reflexión que te ayude a sacar de la situación un mejor
provecho, quien quita que el COVID-19, haya venido a depurarnos en la quietud y
el silencio, tan necesario en medio de este ruido que amplifica el miedo ya no
por los medios masivos de comunicación sino a través de mensajes reenviados,
por familiares y amigos.
No, este tiempo debe ser usado para que
sigas trabajando desde casa, justificando el porque te deben reconocer
económicamente tus servicios, pase lo que pase no podemos dejar de producir, les
interesa ganar, a costa de todo lo que como seres humanos podamos perder, a las
empresas no les importa la persona sino el operario, visto como la máquina de
juego de azar a la que le echan una moneda y esperan arroje billetes.
En un capítulo de los Simpson el abuelo
de la familia le expresa a su nieto que el dinero no cambia a las personas,
sino que les permite mostrarse como realmente son, la frase es un lugar común,
el expresidente de Uruguay José Mujica, tiene su propia versión, dice: - El
dinero revela lo que somos-, esto me lleva a pensar que la pandemia como
acontecimiento social nos está permitiendo mostrarnos como realmente somos,
acaparadores, timoratos, ingenuos, ignorantes, oportunistas y abusivos, por
emplear algunos adjetivos que saltan a la vista solo yendo al mercado o viendo
los indicadores económicos en los noticieros.
Hay un virus que se me antoja más
inquietante, el de la virtualidad, el de la digitalización, resuenan en boca de
dirigentes, rectores y coordinadores estas palabras con una seguridad tal que
pareciera que fueran conocedores de lo que están hablando, y sobre todo y más
inquietante que el depositario de dicha virtualidad sea la internet, ahora
tenemos que educar, informar, ofrecer contenidos, justificar la ausencia, a
través de la red, la misma que cuando vamos a pedir una cita médica, o requerir
de un medicamento o retirar dinero para ponernos al día con un cobrador,
resulta estar siempre caída.
Tenemos que ser virtuales en una semana
y urden las capacitaciones a medias, hágase docente virtual en una tarde,
usando aplicaciones advenedizas, incompatibles, en redes que siempre están
caídas, usando una banda ancha que de repente se ralentiza o simplemente te
anuncia que estas conectado pero sin acceso, así es nuestra educación de
improvisada, ordenan en un tono de
seriedad que suena como a un latigazo sobre el lomo, que ofrezcas una clase diseñada
para la presencialidad de manera virtual, sin la previa reflexión y la
preparación adecuada, no importa, conéctate que aquí somos de facto los más
innovadores; y del otro lado, el del estudiante, vive en una casa que fue
desconectada por falta de pago y no tiene computador porque aunque no lo crean
aquí todavía viven muchos pobres.
Finalmente cumples con tu labor,
trabajas intentado cambiar el mundo, porque todavía crees en esas fantasías, te
ajustas al sistema, sucumbes a la necesidad de simpatizarle al jefe porque
además de sujeto virtual, todavía tienes algunas funciones análogas, que te
hacen necesaria una manutención económica, pagar el internet y comprar papel
higiénico que todavía sigo sin entender por qué es elemento fundamental de la canasta familiar en
esta crisis, al final cuando estas al
día, entregas tu informe y te dicen que
no volverás a ser contratado hasta nueva orden.
Las cosas así las dispone Dios, por seguir en la línea de lo virtual.
Carlos Andrés Restrepo Espinosa
carloscantante@gmail.com
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