Como el cordero tranquilo de Porfirio
Ajustas tu ser a la eterna armonía
Y huyes del miedo, la muerte y la nada
Siguiendo un sendero en comienzo ominoso
Pero sorpresiva la tarde regala vestigios de luz
En tu cadavérica calva.
Igual que el excelso poema que te dedicara
Y que un día probable de el te reirías,
Ahora me trae el silencio descanso,
Un tiempo sereno y compinche,
Un verso que en nada rima
Pero que resume mis fieros submundos.
Aún así nadie sabe,
Nadie imagina, esta eterna armonía.
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