El mar ya no nos espera
Perdimos el derecho a su arrullo de espuma,
El mar ya no pregunta
Por nuestras verdes montañas,
El mar sabe que ahora nuestro abrazo
Es insípido y el beso agrio.
El mar no incurre en juicios pero llora
Extraña nuestros cuerpos muriendo
De dicha y los dedos de los pies rascándole
Sus fondos.
El mar canta nuestra presencia
Cuando nosotros solo decimos ausencia.
El mar sigue en su lugar aunque no es el mismo
Igual que nosotros; sin brisa ni oleajes,
Sin poemas de arena, sin fuego, sin leños.
Sin orillas.
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