miércoles, 15 de abril de 2009

II.OVERTURA



Piano, violines, chelo, y mucho frió, habitaciones vacías a lo largo de los pasillos, en las paredes colgadas las manchas de los inviernos pasados, nada recuerda el verano, ningún cuerpo gotea su risa y su candor infantil, todo imposible, mudo.


Algo vuela con aire siniestro sobre las cornisas abandonas como las caricias de la madre sobre la cabeza de la recién regañada y expulsada del colegio.

Sobre el patio una rayuela va siendo borrada por la lluvia que llora el recordado cielo de otros tiempos; tan justo y parecido a este en que desandamos la historia con nudos en la garganta y tan solos que parece otoñó a pesar del sol y las florestas.

Iluminados; casi alucinados escuchamos con lágrimas en la mirada todas las ficciones de gente que ya no está, pedimos deseos mientras la realidad nos asegura que nada es cierto.

Piano, denso, recóndito.
Violín en crescendo y desaparece…
Luego la voz apasionada como colgada en un anaquel de nube,
Jadeante pero pudorosa habla el lenguaje de las sensaciones
El violonchelo ronronea

cuantas dulzuras extraviadas en la precariedad del verbo.

Juanita golpea al armonio y las hojas de partituras caen del atril como si de verdad fuera otoño, enfurecidos gritamos y pedimos mil deseos, pero solo lloramos la fatalidad de nada ser irrefutable.

El colegio lo derribaron, el colegio que pudo ser nuestro, pero no solo tiraron abajo la fachada de ostentosa arquitectura y las maderas finas, las puertas y ventanas que daban al infinito, también destruyeron el derecho al conocimiento, a la ilustración, el derecho a tener maestros y no duplicadores de textos, nos quedamos sin ordenadores del universo en cambio tenemos bodegueros de libros que nadie lee por que nunca nos enseñaron a leer.

El candil de los senderos a seguir era el brío de la juventud, nadie tenía profesiones, todos eran llamados por su nombre y reconocidos por sus juegos infantiles, inventar la guerra para terminarla porque los del bando contrario decidieron jugar a las canicas era la estrategia común y más arriesgada.

Un abogado, una poetiza conjugando el pasado en presente, un político aparentando ser amigo mientras gana, una madre cargando su pequeña hasta que envejezcan, una líder sindical sin sindicato, una loca coleccionista de carcajadas, una monja, una viuda con un perrito y una rica sin memoria serán quizás en el juego de grandes; juego en el que a pesar del cansancio no podrán cambiar por otro ni abandonar como se dejaban las piezas del catapis sobre el anden cuando pasaba el sacerdote misionero repartiendo estampitas y medallitas de San Benito.


Nunca aprendimos a leer los que vinimos luego, ni a jugar en la calle, ni a soñar en colores, ni a descubrir el mundo en blanco y negro, en mi presente está mamá viviendo su futuro y en mi pasado están sus amigas jugando a las muñecas.

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