martes, 24 de abril de 2018

DEL AZUL, CAEN AMARILLOS


  1. ELEMENTAL

No es maligna la manigua, la semilla crece donde el sol la confía, los hombres en retorno del día son sabios, cantores sudorosos de la amistad elemental, abrazo del todo con lo singular. Credo. Todos son uno, la unión es innecesaria porque no conocen la separación, las rupturas  de haber ocurrido fueron sin quiebre.

Silba la selva, musita el río, de gorja el arrebato matutino de no se sabe quien; a veces parecen voces humanas perdidas o encontradas entre los castaños, otras oleadas de pájaros petimetres que se exhiben con sus caprichosos colores para decirnos: solo pienso en ti.

Solo se sucede quien se vuelve aroma, aquí si uno no huele no existe, el principio es: soy aroma luego existo, así es bueno dejarse penetrar por la humedad, es justo no combatir con el sudor que aligera la carga de la vida, menester indiscutible ser parte de la oleada, ir y venir entre las demás cosas que a la vez ocurren y se desplazan incluidas las personas. Es de vital importancia eliminar cualquier presencia farmacéutica de la piel del cuerpo, ya que la piel de la selva te cobija, de esta manera tu epidermis ya no será tuya sino la de todos, serás parte del todo, es un buen principio de habitar, la extraña nunca será la selva, ni raros sus habitantes, ese pequeño y significante pecadillo siempre será del que llega con toda sus rarezas e incapacidad para sentirse parte del aquí.

Llega la hora, Madruga el río a dibujar sus meandros, todas la mañanas llegan los pescadores de su encuentro con la aurora, llega el baile, llega el canto ancestral a decir que el corazón esta triste, lo canta un hombre ticuna y lo poetiza el movimiento estático de una falda de yanchama en la que danza una guacamaya, llega la hora, llega el nacimiento, fluyen los recuerdos, emanan las palabras,  fuimos hechos para vivir y aquí nos lo están recordando.


  1. EL CANTO ANCESTRAL

Chocan las semillas guindadas al cuello de las mujeres ticunas, adornando sus muñecas, descansando en los talones, chocan las semillas amarradas con chambira a un palito que se agita entre las manos. Su constante cascabeleo emula a los pájaros, grillos y ranas, las mujeres son la selva, van cantando letrillas de sus ancestros, su voz es un préstamo de lo exótico y mas remoto de los tiempos,  a través de ellas se relatan otras historias que apenas alcanzamos a entender, se canta de un hombre que se volvió delfín, se canta de un niño que nació del vientre de una avispa, se canta de los pájaros que inventaron la mañana, se canta del almidón de yuca, se canta de la presencia protectora del mámbe, se canta del wito y lo que sana, limpia, quita, pone y repone y se cuenta que nada de esto es cierto.

Hay otro canto: cuentan que Andrés Coello y Pastora tuvieron un hijo, nació distinto a los demás, los ojos redondos y vivaces, hablaba en otra lengua, en su frente podían adivinarse centellas de agua, un poco desobediente, con problemas de memoria dijeron unos, apocado de ingenio -con indulgencia aseguraron otros-, lo cierto del caso es que su canto fue mas allá de lo que otros fueron, Carlos como fue llamado, Carlitos como lo nombramos posee en su cuerpo la pulsión que da vitalidad a lo que a priori parece endeble, trae el ritmo de las maracas y lo convierte en  movimiento libre, en vida pura, toca además la armónica, sonidos hereditarios que ocurren mientras son ejecutados porque nunca más se repiten de igual forma, levanta las manos agitando las semillas como exorcizando los oídos y limpiando el alma de prejuicios metodológicos, sacándole lágrimas al concepto disparatado de occidente en que un niño  con trisomía del 21[1] no es apto para hacer música y en caso de obstinación debe contar con la asistencia de un especialista en la materia, y en efecto Carlitos lo tuvo; unos padres ticunas ataviados con yanchama lo iniciaron en la música no para mostrarse en el concierto de clausura de fin  de semestre ante los demas niños que se pelean por ser los mejores sino para entender que la existencia es un tambor que nos suena por dentro y se vuelve fuego que sale por la piel para volverse sonido y baile, de los cantos que se cuentan este es mi preferido aunque me aseguraron que tampoco es cierto.

*
Emiliano Pinedo, pintó la idea y sus cinco amigos le ayudaron a colorearla, con tintas naturales plasmaron estructuras sonoras, los abuelos tuvieron muchos que ver ó tienen mucho que ver por que en cada canción los traen de vuelta y mientras construyen una música que llaman corridos pero que en nada se parecen (a los ancestros gracias) a los que nos heredó México; se dibujan en el ambiente alegóricas formas que danzan por oriente, Europa, África  y los territorios ignorados de su imaginación.

Bueno, esto digo yo triste mortal empantanado por  el juicio severo de occidente pues de entrada mis oídos lo escucharon todo desafinado, todo atravesado todo arrítmico, todo un “Caos Sonoro.”
Los 6 amigos son: Emiliano Pinedo en el acordeón, Humberto pinto en la guitarra típica, Leonardo Ahue en el rasca buche, Cesar López en las maracas y Fermín Pereira en la tambora.
La organología para emplear un termino técnico en la investigación etnomusical es bien particular si damos cuenta de que este tipo de agrupación es única y no obedece a un tipo de conformación popular ni tradicional, mi acercamiento entonces empezó a tomar visos de comprensión no por obra de mi bagaje musical ya puesto en entredicho, sí en cambio por virtud de la experiencia vital de estos músicos donde se focalizan muchas dimensiones del pasado y del presente cultual de la comunidad ticuna en esta región de la amazonía colombiana. En adelante me permití ocurrir como parte de la estructura de su música y esto creí entender: La presencia del acordeón en el grupo se debe a que el maestro Emiliano Pinedo lo encontró abandonado después de muchos años y recordó que su abuelo lo tocaba cuando el era apenas un niño, un acordeón de marca alemana traído del Brasil en el que se tocaban tonadas del país vecino, años pasaron y el artefacto sonoro entró en desuso hasta que terminó en las manos del personaje protagonista de este canto, pero para ese entonces los fuelles y los  botones ya no permitían los registros de otros tiempos; así que entró en reparación, primero con fibra de cumaré fueron remendados los fuelles pero el aire juguetón seguía escapándose en un desalentador gemido del vientre del acordeón, no hubo otro remedio que suturarlo con esparadrapo y aún así el Instrumento que era de acción simple, esto quiere decir que cada botón produce dos notas, una al comprimir y otra al estirar, solo quedo produciendo un ámbito de seis notas en acción casi simple, es decir que su daño es tal que al comprimir permite tres notas y al estirar otras tres y se acabó.

Pero las labores de Lutier del Maestro Pinedo no terminaron aquí, tras la reparación del acordeón y con la necesidad de agruparse con sus amigos construyó una guitarra “típica”, como el mismo la llama y aunque  describirla es un atentado contra la imaginación me permito a grandes rasgos definirla: Su tamaño es menor al de un tiple requinto con los que se hace la música carranguera,  y con cuatro cuerdas de nailon de pesca pero no es como un cuatro llanero, sus  clavijas de madera, el mástil sacado de un remo y la caja de resonancia de la madera mas fiera de la selva cuyo nombre el mismo constructor olvidó.
Las cuerdas quedan retorcidas formando una trenza sobre ellas mismas ya que el nailon es plano, antes de cada intervención Humberto Pinto hombre silencioso de rostro ceñudo  y enjuto ejecutante del mágico instrumento lo afina a fin de aproximarlo fielmente al temperado acordeón.
Imaginen entonces la misión del guitarrista, tratar de acercarse a los sonidos que el acordeón produce para crear unos acordes que acompañen las melodías  ancestrales que compone su director:
El resultado de la búsqueda de un acompañamiento armónico adecuado dio origen a tres acordes, nada alejados de las tres regiones armónicas de tónica, dominante y subdominante que cualquier estudiante regular de guitarra aprende en el primer nivel y  olvida en el segundo. Tres acordes que en mi vida había visto y que solo tienen sentido al ser referenciados con el anciano de fuelles remendados (me refiero al acordeón), tres acordes ingénitos, acordes de pocas palabras y todos los sonidos, acordes que se acomodan perfectamente a las variaciones melódicas que surgen en los temas acaecidos en cada respiro de los seis amigos, atentando una vez  más contra lo imaginado describo los acordes que Humberto plasma sobre las trenzadas cuerdas:

Primera Posición
Dedo 1 en la cuarta cuerda del segundo traste, dedo 2 en la tercera cuerda  del traste tres y dedo tres en la segunda cuerda en el traste cuatro.
Segunda Posición
Cejilla sobre las cuerdas 1 ,2 y  3 en el traste dos
Tercera posición
Cejilla sobre las cuerdas 1 ,2 y  3 sobre el traste dos (igual a la segunda), pero agrega el dedo 4 en la primera cuerda en el traste cuatro.

Estas explicaciones técnicas las describo con tranquilidad ya que se de antemano que no serán comprendidas por los neófitos en el tema musical y tampoco por los conocedores.

Como se llaman los acordes pregunté inocente y Humberto respondió: ¿Qué son acordes?

Basta entonces con decir que esta agrupación, creó una forma de hacer música con una estructura armónica propia derivada de la falla en el instrumento madre ó padre, haciendo una música particular, diferente y nueva.
Este canto ancestral tiene además un acompañamiento percutivo que añade a tantos elementos misteriosos ya enunciados una amalgama rítmica que va cuajando ó digamos tomando forma a medida que van ingresando, pues el primer instrumento que inicia la interpretación es el acordeón seguido por la guitarra, luego entran las maracas con un gesto conmovedor de César su ejecutante que estremece desde el entrecejo hasta los arbustos primitivos donde se escucho el primer grito humano, seguido el rasca buche y para afincar la estructura rítmica la tambora que valga mencionarlo se parece mas a un alegre de la costa atlántica que a la noción de tambora con la que se cuenta en la misma costa.
También estos Instrumentos de percusión fueron construidos por Emiliano Pinedo, director,  cantante y Luthier del Grupo los seis amigos de Puerto Nariño.
¡Ah! el sexto amigo es amiga, la esposa del maestro Emiliano que toca las palmas y se arrima al alma de quien la ve  en medio de una danza que encaja perfectamente en la música que inútilmente he intentado describir, frente a todo esto no  queda más que sentarse y llorar y después ponerse de pie bailar y seguir llorando la alegría de esas lagrimas.

Las mujeres cantan, bailan, tejen, sonríen, viven de fiesta, no envejecen por que sus voces son para siempre y desde siempre, los hombres pescan, van a la chagra, a veces sonríen, cuentan historias, están ocurriendo en un presente que parece pasado y tiene responsabilidad de futuro. Todos son el resultado del canto de un anciano, existen por que la música los nombra, aquí (se le cambian los preceptos a quien los inventa) me atrevo a decir solo existe quien es cantado.


  1. EN EL RÍO ME RÍO

La anaconda es un monstruo, no hay habitante del amazonas que no tenga una historia en la que no entre la anaconda como personaje principal, parece que aunque este animalejo prefiere como medio el agua para vivir su hábitat mas común es la tierra en los cuentos que se tejen y sospecho se improvisan cada que llaga un primíparo a estas tierras.

La anaconda conocida por los que saben de especies como la eunectes murinus gusta también de incursionar por las orillas y sus árboles devorando lo que encuentre a su paso desde ganado hasta humanos desprevenidos.

Hay en los habitantes del amazonas una acendrada vocación por infundir temor sobre la existencia de esta serpiente tanto que en los álbumes familiares siempre se cuenta con una foto de una anaconda tragándose a un hermanito, una tía ó a un turista desafortunado, esta manía los ha llevado a exagerar sobre sus dimensiones especulando, agregándole colores, mas ojos de los permitidos por la naturaleza y algunos hasta poderes de hipnosis, si la miras a los ojos te paraliza y si no la miras de todos modos te paraliza porque produce un silbido encantador que te atrapa, y si uno es ciego y sordo de todos modos esta perdido porque ella emana un olor tranquilizante que igual te encadena, amordaza y mata ya que después de la seducción viene la constricción y de allí no hay salvación, te conviertes en alimento de anaconda y en caso de que un grupo de soldados este cerca y ultime al animal de todos modos terminaras siendo una foto de álbum y  escarmiento para futuros turistas.

Pero por fortuna existen las enciclopedias que fueron hechas para saber de todo desde la tranquilidad del hogar, lejos de bichos y del peligro de las aguas amazónicas y en las que se dice que  hoy, se admite como longitud normal para una anaconda la de ocho m, a pesar de lo cual no es la mayor del mundo, que ni canta, ni tiene muchos ojos ni ha hecho un curso con Tonny Kamo y que su color verde olivo es verde olivo y no amarillo jirafa y que el record  de la más grande del mundo lo posee  una pitón asiática. Captura a los animales que se aproximan a beber a las orillas y mata por constricción[2].

No se sabe qué es mas peligroso si el animal o caer en las garras de los nativos que urden las fantasías mas estrafalarias como virtud de su lenguaje cotidiano para ver sufrir a los ingenuos visitantes.

Otro encanto lo tiene el pirarucú, gigante del río llamado también pez rojo gigante, un pirarucú puede alcanzar los cuatro metros de largo y un peso de cien Kg de peso, aunque este dato enciclopédico tampoco fue razón para que este escribiente cayera en la historia de un pirarucú de 10 metros de largo que volteó una embarcación y el valiente pescador tras forcejear con el animal logro darle de baja y mientras se estremecía en sus últimos estertores del reino de los vivos lo montó y logró llegar a la orilla donde muerto  el pez  el hombre lo  exhibió por tres semanas consecutivas, gigante del cual todavía a mi visita comí un suculento filete a saber de su pesca hace muchos años.

Este dato decidí creerlo para evitar matar la fantasía que con tanta dificultad creo en mí la fuente lugareña de la historia.
Si te quedas en el rió después de las seis de la tarde te puede ocurrir que un pescadito se te acerque y busque cualquier orifico expuesto ó no expuesto de tu cuerpo y ya instalado dentro empieza su festín, te devora de adentro para afuera, -a nosotros nos toco ver un delfín al que se comió este bromista pez, por eso le tenemos mucho respeto al río y cuando ha llovido ó a caído el sol casi nadie se mete al agua para no tener que lidiar con ese malestar estomacal-

Hay más famosos que servirían hasta a Tarantino de inspiración pero en aras de que mi intrépido lector no abandone estas líneas resumiré este tratado de espantos acuáticos con esta última especie. -Contamos en nuestras frescas, tranquilas, hermosas y refrescantes aguas con gran variedad de peces entre ellos: los Serrasalmidae llamados pirañas-, para mi tranquilidad supe que solo atacan en manadas si huelen la sangre, mas tranquilo estuve cuando supe además que si el ataque se produce, en pocos minutos pueden dejar limpio de carne el esqueleto del animal atacado, por grande que sea y no excluye a los homosapiens.

Pero por fortuna existe el Tarapoto un lago de belleza incontable donde la emoción se hace incontenible y los pánicos adquiridos olvidados.
Este lago que comparte aguas del río amazonas es el varadero de los delfines rosados, hasta aquí llegan estos saltimbanquis a exhibirse por que ellos saben que hasta aquí llegan los humanos a encontrar lo asombros que les ha negado la vida, ver un delfín rosado es una experiencia mística, un encuentro cercano con un habitante del planeta que dicen evolucionó colateral al hombre, pero mas emocionante es verlo desde un bote para seis pasajeros al que le han montado quince y en el que no te puedes mover por que corre el riesgo de voltearse, la emoción aumenta cuanto los que están en sentido contrario empiezan a ver los delfines y cuando se consigue girar con toda la precaución para que la embarcación no zozobre entonces los delfines cambian de ubicación y siguen apareciendo solo a los otros y el pobre de uno se queda sin verlos porque ver un delfín es una experiencia mas que mística, se debe ser un elegido para que ellos vengan y salten al lado y enseñen sus ojitos negros y redondos y su piel gris porque lo único que conseguí ver fue un rabo de pez que no era propiamente rosado.

¡Bueno! es regresar en un peque-peque diseñado para veinte pasajeros con solo cinco; aquí la cosa cambia, nadie regaña por que la embarcación se tambalea, uno se da el lujo de sentirse valiente y aunque se ve agua por todos los lados el viejo dicho de ahogarse en un vaso de agua pierde sentido y eh aquí que el milagro ocurre, los delfines salen saludan, preguntan por la familia, mandan razones, nos reímos y nos invitan a nadar con ellos mientras nos garantizan seguridad; en mi caso preferí hacerlo con el chaleco salvavidas pues no me confío mucho de un delfín que apenas conozco, así me bañe entre delfines, los vi rosados y hasta azules, les canté y me cantaron me sugirieron técnicas de respiración nos hicimos amigos (pero no me quite el salvavidas) y luego al despedirnos pidieron guardar el secreto.

Ya en la embarcación mientras nos alejábamos los vimos nadar en circulo acercarse a la orilla saltar y caer de pie en tierra firme y caminar hasta internarse en la selva.

Dice una veraz enciclopedia escrita por enciclopedistas que no se dejan llevar por la subjetividad del embrujo amazónico, que son fieles a lo real, que no creen en patrañas del lenguaje que no le comen cuento a la semántica, que no se entienden con los enredos de las trampas lingüísticas que se inventan las comunidades para resolverse sus preguntas informulables ó aquellas respuestas que terminan siendo inventadas por uno mismo para entrar en la dinámica de la invención, dice así: el  buto o inía pertenece, como su otro nombre indica, a los delfines fluviales (Stenidae) y es, por lo tanto, un cetáceo. Tiene un tamaño de poco más de dos metros y se alimenta de peces pequeños y medianos. Al ser animales de respiración pulmonar, tienen que emerger periódicamente para respirar y lo hacen de forma muy ruidosa. Como los marinos, son inteligentes y domesticables y en ellos se apoyan algunas leyendas de sirenas. Sin que se sepa bien por qué, los indígenas los respetan. En relación con ello, sí es más sorprendente saber que ese respeto es un fenómeno generalizado a todos los delfines fluviales de otros ríos de la Tierra.

A la víbora víbora del amar-zonas/ yo me canto esta canción/ que sonando un cascabel/ va prendido al corazón/la sirena bailará y traerá consigo el son/ de este nuevo despertar que procura un nuevo sol/viéndolos a ellos volar la víbora no atacó/





[1] De manera popular conocido como síndrome de Down
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