Locos y solitarios termínanos siendo todos, aunque finjamos
compañía o la presumamos, pues al caer el telón siempre la soledad es la que
hace posible rememorar el tiempo de la algazara, algunos divinamente locos
poseedores del azaroso dolor que trae la lucidez, otros solo locos, yo me
reconozco con vocación para la soledad y hago pinitos para no ser solo un loco.
No le encuentro motivo de sospecha a estar solo, por omisión o por
abandono la soledad entraña sus laberintos, no es sencillo andar por ahí sin
dolientes, pero también digo yo, debe ser muy abrumador tener que llevar una
vida acompañado de alguien que no se quiere, solo por seguirle el capricho a
ciertas imposiciones sociales que obligan el aguante y la sumisión.
Tengo conocidos bastante amargados que en cada mañana sienten la
liberación de la opresión de un mal descanso al lado del verdugo de sus sueños
y auguran la eternidad de ese día y tienen que disipar el advenimiento de la
noche con unas cuantas copas.
Mi hermana con sorna muchas veces me llama el "biatico"
de la casa, por ahí en la calle otros con mayor enfado y sobre todo a las
mujeres les dicen: que las dejo el tren, que se quedaron para vestir
santos, que se les paso el cuarto de hora y no aprovecharon y en fin, cuanto
comentario deleznable en contra de quien está solo, a veces pienso que en el
fondo están celosos, no soportan que otros puedan hacer una vida feliz y plena,
en nada frustrada como es el pensar de aquellos que creen que solo se puede
tener sexo en pareja, o vivir en pareja o hacer planes en pareja o viajar en
pareja; no digo que esas cosas no sean maravillosas, tener a quien decirle:
mira que bello día, alcánzame las pastillas, debe ser algo hermoso, pero
no tenerlo no tiene porqué ser cohonestado con un acto en contra de la virtud.
De las misteriosas frondas de las vidas de muchos solitarios han
surgido: sonatas, obras de arte, poesía, cálculos matemáticos, complejas
estructuras físicas, novelas, obras de teatro, formas del pensamiento y
canciones que dan significado a nuestras vidas y nos dan pistas del camino a
seguir.
Divinamente solos llegamos y de igual manera nos iremos, pero es
bueno el engaño de la compañía, la ficción lingüística del amor, la dramaturgia
de la presencia, la postal cotidiana del afecto, inventamos demasiadas cosas
para evadir el abismo insondable de nuestro propio miedo a la muerte, la fatiga
incondescendiente del vivir.
Para muchos tener compañía es una bendición, para otros una
condena, la existencia es abrumadora y no deja de hacer su trabajo cotidiano de
irnos gastando, cuando hacemos consiente que mientras vivimos también va
pasando el tiempo nos suele acosar el malestar de todo lo que queda pendiente,
solos o acompañados es menester ocuparnos de nuestro propio devenir, la empresa
de construir el propio ser en su cabal hacer y sentir es lo que debería
ocuparnos, pero solemos perder ese tiempo ocupándonos de la vida de los otros.
En contraposición a los solos y a los acompañados están los que se
ocupan de señalar, esos tienen mucho trabajo, sus jornadas deben dejarles muy
fatigados, tras urdir complejos dictámenes morales del suceder de los demás;en
ocasiones yo mismo me he sorprendido haciendo parte de este indeseable grupo y
aunque sé que este acto de honestidad no me salva, estoy haciendo mis pinitos
para ser prudente y tener el silencio como un buen aliado, hoy no fue así.
Señalar al solitario es tan inútil como darse ínfulas de estar
acompañado y llevar una existencia abandonado de sí mismo.
Carlos
Andrés Restrepo Espinosa